domingo, 29 de septiembre de 2019

Ad astra

Ad astra


            Si tuviera que clasificar esta película, diría que pertenece a un género (o subgénero) bastante original: la ciencia ficción intimista. No lo inaugura porque, al menos, cuenta con antecedentes tan remotos como 2001. Una odisea en el espacio (aunque en este caso yo hablaría más bien de ciencia ficción filosófica…), y otros tan próximos como Passengers, a la que en su día dediqué un comentario en este mismo espacio. Acaso el film que acabo de mencionar tiene una mayor profundidad, en cuanto apela a los sentimientos humanos más básicos, como son la soledad y el amor. Pero Ad astra también nos hace reflexionar, en el sentido que voy a comentar más adelante, y tiene además otras grandes virtudes. Consigue, en primer lugar, transmitirnos la sensación de estar en el espacio, con una imagen impresionante, que recrea muy bien (al menos aparentemente) lo que debe de ser un viaje interplanetario. En segundo lugar, cuenta con interpretaciones magistrales. Por supuesto, el protagonista Brad Pitt, que es quizá el mejor actor de este momento, además de poseer un manifiesto atractivo, incluso creciente con la edad. Pero también Donald Sutherland, o Tommy Lee Jones, que hacen un trabajo excelente. Estas brillantes interpretaciones, así como el cuidado de la imagen, del retrato, contribuyen indudablemente a acercarnos a los personajes y entender su forma de pensar y su forma de actuar, lo que también, sin duda, es mérito del director, James Gray.

            Pero como creo que ya saben mis lectores, siempre destaco que ninguno de estos aspectos de una película serviría de nada si no se combinan adecuadamente para el logro de un fin, que es transmitir “algo”. Y, en este caso, más allá de la concreta historia imaginada, mover a la reflexión. Diría, sin desvelar a mis lectores nada que pueda estropearles el interés de la película, que el film nos hace pensar en de dónde venimos y a dónde vamos; pero no -en absoluto- en el sentido habitual de si hay un más allá o si hemos sido creados, sino más bien en un sentido mucho más cercano, que considera a la humanidad como especie, pero también interpela a cada persona. Y ello nos remite, por un lado, a los padres, en quienes, en lo bueno y en lo malo, siempre tendemos a reconocernos a nosotros mismos. Y ahí la pregunta es si realmente, frente a ese determinismo genético, somos dueños de nuestro destino. Y por otro lado, a nuestro imparable deseo de ir más allá, de descubrir otros mundos, de conocer a otros seres, probablemente muy diferentes, pero en el fondo iguales a nosotros. Un deseo que yo creo que también está inserto en nuestros genes de especie nómada, pero que acaso se intensifica hasta la patología en personas concretas…

(Fuente de la imagen: https://www.filmaffinity.com/es/film307333.html )

miércoles, 25 de septiembre de 2019

El rey no tiene la culpa

El rey no tiene la culpa


   
         La siempre indeseable nueva convocatoria de elecciones generales por aplicación de la disolución automática prevista en el artículo 99 de la Constitución ha generado (como ya sucedió en 2016) toda una “lista de culpables” a los que las diversas fuentes echan la culpa. Por supuesto, los líderes de los principales partidos políticos cruzan reproches entre ellos. Pero tampoco faltan quienes apuntan a la deficiente regulación del artículo 99 de la Constitución, o incluso al jefe del Estado, por no mediar más activamente o llevar a cabo alguna propuesta alternativa. En cuanto a la redacción del precepto constitucional, es verdad que tiene algún aspecto mejorable, pero en este caso no está ahí la causa de que no se haya logrado la investidura. La propuesta de reformarlo para establecer una especie de proclamación automática del cabeza de la lista con mas votos y escaños, aunque sea la solución ofrecida en la Comunidad de Castilla-La Mancha y en los municipios, choca con la misma esencia del parlamentarismo, sistema en el que todo Gobierno requiere la confianza de la cámara. Más llamativa aun es la posición de quienes imputan al rey una falta de actuación o ausencia de medios para dar solución al problema. Algunas opiniones, y entre ellas la del líder de uno de los partidos más republicanos de todo el arco parlamentario, apuntan que el jefe del Estado debería haber mediado para sacar adelante una propuesta, fórmula o combinación determinada. Seguramente a quien ha opinado de ese modo no le importa lo más mínimo el descrédito o daño en su imagen que tal actitud habría implicado al monarca. No olvidemos que, en el extremo contrario, otros han criticado la afirmación que hizo Felipe VI este verano, en un sentido tan genérico y obvio como que era preferible que hubiera Gobierno antes de ir a nuevas elecciones. En fin, la forma en que Italia (¡una vez más!) ha logrado resolver una crisis de Gobierno sin ir a elecciones, acaso con un cierto papel mediador del jefe del Estado, les puede servir a algunos para pensar que en una República habría mejores salidas a esta situación. Y no es así, en modo alguno.

            Para empezar, todas las regulaciones constitucionales dejan siempre aspectos abiertos a la práctica, de manera que la experiencia en el funcionamiento siempre es un aspecto a considerar. Para seguir, ni en Italia, ni en España, ni en ningún sistema parlamentario, se logra formar Gobierno si no hay mayorías absolutas ni acuerdos entre los partidos. Las “soluciones imaginativas” como un presidente más alejado de los concretos partidos, caben en cualquier sistema parlamentario, pero resultan bastante ajenas a nuestra experiencia. Añadido a lo anterior, el monarca parlamentario debe limitarse a “ser consultado, animar y advertir” y una actitud más protagonista nunca será positiva. Y en fin, no olvidemos que la propuesta de candidato a presidente viene refrendada por el presidente del Congreso, quien asume la responsabilidad por ella. Así que si alguien debe adoptar una actitud más implicada en la búsqueda de soluciones, sería en este caso la presidente del Congreso. Aunque es claro que para ello debería ser una persona con un perfil realmente neutral. El papel del rey, aparte de su importante función simbólica que da un gran realce a todo el proceso, se limita a mi juicio a cuestiones de cierto detalle sobre todo el proceso previo, en particular el modo y procedimiento de las consultas, a su eventual repetición, y aun en esa función actuará en estrecha comunicación con la presidencia del Congreso. Precisamente en ese aspecto, en el que los precedentes no planteaban ninguna complejidad, Felipe VI ha afrontado en 2016 y ahora en 2019 situaciones novedosas, desde el rechazo de una propuesta hasta la conveniencia o no de nuevas consultas si la primera propuesta fracasa, antes de proponer (o no) al mismo u otro candidato. Y todas ellas las ha resuelto de forma impecable, estableciendo un razonable criterio que sin duda se tendrá en cuenta en el futuro. 

(Fuente de la imagen: https://www.elindependiente.com/politica/2019/05/22/rey-se-reune-batet-aun-no-fijara-consultas-investidura/)

jueves, 12 de septiembre de 2019

Música de mi vida: pop de los 80 en español

Música de mi vida: pop de los 80 en español




            Vuelvo a esta miniserie de “miraderos” con un amplísimo grupo de canciones que, sin duda, podrían agruparse en diversos géneros, entre los que destacaría el pop. Para muchas personas, la música de la adolescencia es la que de forma más intensa nos va a acompañar siempre, y la que con más agrado nos va a gustar escuchar una y otra vez. Eso es lo que me sucede a mí con la música de los 80, no solo la española, pero acaso especialmente la española. Intuyo que lo mismo les sucederá a muchas personas de mi generación, o incluso de otras posteriores, a juzgar por la profusión de listas de reproducción en las diversas plataformas que hoy se han convertido en la base de nuestro estilo de escuchar música, y también la frecuencia de orquestas y todo tipo de eventos que son convenientemente animados con música de los 80. No hace mucho estuve en una de esas “noches de los 80” y comprobé una vez más, con una mezcla de diversión, alegría y cierta nostalgia porque los años van pasando que… me sabía prácticamente todas las letras de todo. Y como eso les pasaba a gran parte de los asistentes, el público cantaba los suficientemente alto -aunque sin duda con mucha menos calidad musical- para acompañar y solaparse con la música que sonaba por los altavoces…

 
            Si la música puede tomarse de algún modo como resumen o emblema de toda una forma de vida o de la cultura de un momento, podría decirse que los 80, al menos en España, fueron años de diversión y superficialidad. Algo de eso trata de expresar seguramente el asentado término “movida”, acaso la mejor definición de aquella época. Se fueron apagando los cantautores con letras más o menos profundas de protesta contra todos los males del mundo, los cantos contra todas las formas de opresión, para dar paso a la generación a la que pertenezco, que nunca podrá presumir de haber corrido delante de los “grises”, pero sí de haber disfrutado de la frescura de la libertad que nos encontramos como un regalo, no solo desde una perspectiva jurídica sino también social. Y si en el primer terreno quizá las cosas se hayan mantenido, en el segundo ámbito (el del reproche social), sin duda hemos retrocedido. Basta recordar algunas de aquellas letras para comprender perfectamente lo escandalosas que resultarían hoy en día, y creo que no estamos lejos de llegar a su retirada o prohibición, como no sea que la invocación de un espíritu “retro” permita “salvar” estas letras… Para muestra un botón, desde “y mi mujer se encierra en la cocina” que decían los Toreros Muertos en “Manolito” (y gran parte de las leras de este grupo, desde la historia de “Yo no me llamo Javier” a “Soy falangista”), hasta “Seremos de nuevo un imperio” que se canta en “El Imperio contraataca” (los Nikis), pasando por “Bailaré sobre tu tumba” (Siniestro Total) o “Todos los negritos tienen hambre y frío” (Glutamato yeyé), las letras de los años 80 -cuyo sentido, como pueden comprender los lectores, no comparto en la mayoría de los casos- son un verdadero canto a lo políticamente incorrecto. Y también una prueba de lo bien que le sienta un ambiente de libertad a la creatividad humana, aunque sea en temas y contenidos abiertamente superficiales…

(Fuente de las imágenes:https://cadenaser.com/emisora/2019/04/11/radio_cartagena/1554987934_342739.html ; http://www.coveralia.com/caratulas/Los-Toreros-Muertos-30-Anos-De-Exitos-Frontal.php ; y http://lafonoteca.net/disco/bailare-sobre-tu-tumba )

jueves, 5 de septiembre de 2019

El Parlamento británico y el Brexit

El Parlamento británico y el Brexit



            No es cierto que el Parlamento británico sea el más antiguo del mundo (ese privilegio queda para las Cortes de León, que datan de 1188), pero sí es verdad que su continuidad, e incluso su fortalecimiento en plena Edad Moderna, le han convertido en el principal emblema y referencia del parlamentarismo. En ese sentido se afirma a veces que Inglaterra es la democracia más antigua del mundo, ya que ha mantenido de forma ininterrumpida su institución representativa durante unos ocho siglos. Naturalmente, en ese período dicha institución ha sufrido significativas evoluciones, pero también es verdad que ha logrado mantener bastante reconocibles algunas esencias, como el vínculo más estrecho entre electores y diputados, o la misma centralidad del Parlamento. De hecho, podría decirse que una visión dinámica del constitucionalismo británico nos llevaría a definirlo como una larga lucha de poder entre el parlamento y el monarca, que finalmente, sobre todo a partir de las revoluciones del siglo XVII, conduciría a la preeminencia del primero. Por ello se llegaba a decir que el Parlamento británico podía hacerlo todo… excepto convertir a un hombre en mujer. Eso, en otras épocas, quería decir algo así como que podía hacer todo menos lo imposible. Hoy, que esa “conversión” es posible, parece claro que sí la podría hacer el Parlamento británico…

             El caso es que, en la actualidad, el Reino Unido es una monarquía parlamentaria plena en la que el monarca carece de un verdadero poder de decisión política, ya que el poder ejecutivo recae en el Gobierno encabezado por el primer ministro. Pero la centralidad del parlamento se mantiene. Por ello es tan importante su intervención en todo el proceso del Brexit, y por eso, su negativa a aprobar todas y cada una de las opciones propuestas por la anterior primer ministra Theresa May acabaron con la caída de esta. Y por la misma razón, me parece enormemente grave el intento de Boris Johnson de bloquear la actividad parlamentaria por la vía de modificar su calendario e impedir sus sesiones durante algunas semanas claves para el proceso. Aun cuando los jueces, al menos en una primera instancia, han declarado la legalidad de esa medida, y aun cuando esta se haya tratado de justificar en otras razones, desde el punto de vista de la preservación de la separación de poderes y del papel que corresponde al legislativo, no deja de resultar un importante quebrantamiento. Es verdad que en todo este proceso el Parlamento ha mantenido una actitud de rechazo a prácticamente todo lo que le han propuesto. Pero aun así, la democracia exige que la forma en que deba producirse el Brexit no pueda determinarse sin la aprobación de los órganos que representan la soberanía popular.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Las vacas no tienen la culpa

Las vacas no tienen la culpa 



         Algunos estudios de Naciones Unidas aconsejan reducir el consumo de carne y sustituirlo por alimentos cultivables, justificando esta propuesta en que el aprovechamiento del terreno es muy superior cuando se destina al cultivo. Somos muchos en el planeta y vamos a ser más, así que conviene sacar el máximo rendimiento a la tierra. Es verdad que en algunas zonas del mundo aún puede ser necesario el incremento del consumo de proteína, pero no en otras… y especialmente, no en Europa y en occidente. Por lo demás, se añaden los consabidos argumentos sobre lo que se considera una dieta más sana. Por último, en el caso concreto de las vacas, yo diría que los expertos se la tienen jurada a esta especie, pues añaden a los argumentos anteriores que sus ventosidades producen metano y parecen ser la causa, en un porcentaje no desdeñable, del cambio climático, ahora llamado preferentemente “emergencia climática”. 

            No soy experto, pero estos argumentos no me cuadran. Puede que la misma extensión de tierra sea más “productiva” dedicada al cultivo, pero hay que considerar otros factores. Mucho antes de que existieran las manipulaciones genéticas, el ser humano había “creado” nuevas especies, mediante la domesticación de otras, con la finalidad de ayudar al ser humano en sus labores, o para el consumo de su carne o de otros productos. Durante milenios, estos animales han acompañado al ser humano. Pero de la misma manera que estas especies se “crearon” para satisfacer necesidades humanas, desparecerán cuando dejen de cumplir esa función. Sorprende que en Naciones Unidas, tan concienciados con el asunto de la biodiversidad, no se preocupen por los desastrosos efectos que tendría la desaparición de una especie, ya sea total o solo en algunos lugares. Por lo demás, quienes no comen carne por respeto a la vida de los animales, deberían considerar que no les ayudan en mucho si, en lugar de ser sacrificados para consumo, ayudan a su desaparición como especie. Y también sorprende que el respeto a las tradiciones y culturas no abarque una forma de alimentación profundamente asentada en muchos lugares (por no hablar de la forma de vida para tantas familias). Por otro lado, parece extraño que una causa importante del cambio climático que se viene produciendo en las últimas décadas sea… algo que venimos generando hace miles y miles de años. Por último, afirmar que es más sano dejar de comer aquello que ha constituido parte esencial de nuestra alimentación desde nuestros orígenes como especie, resulta un poco llamativo. Y no hablo solo de la carne… sino también del queso y otros lácteos. Y eso son palabras mayores. Lo siento, pero esto me lo tienen que explicar mucho mejor.