jueves, 29 de diciembre de 2022

Sobre belleza y fealdad

 

Sobre belleza y fealdad

 




            Hace no mucho participé en un reto fotográfico cuyo tema era “cosas feas” (estas cosas hacemos a veces los friquis de la fotografía) y el repertorio de fotos presentadas -así como la elección de la mía propia- me hizo plantearme la cuestión de si hay realmente algo (o alguien) objetivamente feo, algo universalmente feo, feo sin paliativos. Y resulta bastante improbable que así sea, porque en realidad consideramos que algo es feo porque no nos gusta lo que representa, y ese desagrado depende de mil factores vinculados a nuestra cultura, en un lugar y en un momento determinado. Había ahí, por ejemplo, fotos feas porque representaban fenómenos que no nos gustan (como la contaminación o la pobreza), y otras que reflejaban objetos que consideramos desagradables por factores diversos, pero que son absolutamente naturales (por ejemplo, una fruta pudriéndose). Por supuesto, si esta relatividad es cierta para la fealdad, también ha de serlo para la hermosura. Consideramos bellas las imágenes o las personas que nos transmiten armonía o agrado visual, y eso también depende de muy variados factores. Tradicionalmente nos resultaban más agradables los rostros de las personas que pertenecían a nuestra cultura, e incluso nos costaba distinguir mucho más entre rostros de otras razas, por la falta de costumbre para apreciar las diferencias individuales. Según la orientación o la atracción sexual, es muy probable que nos parezcan más bellas las personas de un sexo o de otro.


 


Pero diversos factores han ido alterando todo esto. Es bien sabido que la consideración como más estéticas de personas más gordas o más delgadas varía con el tiempo o con la cultura. La Revista National Geographic España llevaba a su portada en febrero de 2020 la necesidad de “redefinir la belleza”, y ahí podía leerse que “el poder de las redes sociales y la industria de la moda contribuyen a crear una cultura inclusiva en la que todas las mujeres pueden considerarse bellas”. Quizá cuesta sostener eso pensando en alguna mujer en concreto -y no digamos si se piensa en algún que otro hombre…-, pero lo cierto es que parece difícil encontrar un canon o parámetro de belleza que universalmente válido, en el tiempo y en el espacio. Es más, incluso para el mismo sujeto la valoración estética de alguien puede variar con el tiempo. A veces me ha pasado que una persona que me parece inicialmente fea, me termina pareciendo hermosa después de conocerla, porque los ojos terminan viendo no solo el físico, sino a la persona considerada globalmente. En fin, cuando tengo que explicar a los alumnos la diferencia entre hechos y opiniones, siempre pongo como ejemplo dudoso el de la fealdad. Sea como fuere, a mis lectores les deseo un año 2023 en el que disfruten de muchas cosas y personas hermosas…

jueves, 22 de diciembre de 2022

Ciudades de Iberoamérica: Río de Janeiro

Ciudades de Iberoamérica: Río de Janeiro




            Como seguramente sucede con tantos lugares míticos, hay dos Ríos de Janeiro: el que está en el imaginario colectivo, y el físico. Los dos, de algún modo, son reales y algo comparten, pero… no son lo mismo. El primero está formado por el poso de toda una vida viendo imágenes, escuchando canciones, soñando escenas… Desde la “garota de Ipanema”, hasta tantas evocaciones musicales y visuales de Copacabana, estas dos playas (y son solo un ejemplo) dan nombre a tantos establecimientos y lugares del mundo, y los lugares más emblemáticos de la ciudad, como el Pan de Azúcar o el Corcovado con su Cristo Redentor, han de ser probablemente algunos de los más reproducidos y fotografiados del mundo. De alguna manera, Río, como Nueva York, París, Roma y no muchas más ciudades, son conocidas antes de ser físicamente conocidas, y eso, por supuesto, puede afectar, positiva o negativamente, en el momento de ese encuentro efectivo. En mi caso, ese encuentro me permitió conocer una ciudad que, por un lado, es tal y como la imaginaba, pero por otro es muy diferente, más amplia, más variada y… obviamente, también con lugares y escenas no tan encantadoras. 




            De momento no deja de ser inesperado llegar a Ipanema y Copacabana en un día lluvioso y nublado, en el que las playas estaban casi vacías. Con todo… su encanto es incuestionable y acaso más discreto en esa ocasión, aunque luego pude verlas con más sol y más ambiente. Pero además, la ciudad ofrece mucho más, y si una palabra pudiera definir y sintetizar todo lo que significa esta es el contraste. Encontramos una gran ciudad ubicada en un espacio natural privilegiado, se diría que paradisíaco, pero, como es bien sabido, no todos sus rincones tienen el mismo atractivo. Como toda gran ciudad, tiene también el frenesí del tráfico a veces infernal, barrios y lugares lujosos junto a otros mucho más humildes, zonas más cuidadas y seguras, y otras más inquietantes. Y, desde luego, es la primera que, además de sus apabullantes atractivos turísticos, que incluyen una de las siete maravillas del mundo moderno, es también mundialmente conocida por algunos de esos lugares más pobres e inseguros, como son las favelas. Afortunadamente, en algunas de ellas las condiciones han mejorado algo, y son incluso susceptibles de visita. Estuve en la de Santa Marta, con un excelente anfitrión, y la visión de un lugar humilde vino acompañada de una sensación de dignidad y de ilusión porque las cosas siempre pueden cambiar y mejorar. En fin, no llego a mencionar tantos otros lugares de interés, que además el lector conocerá. Pero no puedo dejar de hacer referencia a la espectacular gastronomía de la que puede disfrutarse en algunos de sus restaurantes, sobre todo para los aficionados a los rodizios o al pescado. 

lunes, 19 de diciembre de 2022

Traspasar la frontera

Traspasar la frontera




            En este mismo espacio he venido desde hace tiempo señalando la degradación que se viene produciendo en la renovación de instituciones constitucionales esenciales, como el Consejo General del Poder Judicial, y especialmente el Tribunal Constitucional. Me suelen preguntar cómo podría evitarse eso con reformas jurídicas, y no es fácil, aunque alguna idea cabe aportar. Pero hoy el tema no es ese, sino más bien cómo de ninguna manera se va a evitar ese problema, sino que se va acrecentar, dando carta de naturaleza a esa degeneración e intensificándola hasta dañar, acaso de forma irreparable, a las instituciones esenciales del Estado de Derecho. Demasiadas veces he dicho que no hay nada que vaya tan mal que no pueda empeorar, y es lo que estamos viendo. En esta línea, el actual intento de reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial y la del Tribunal Constitucional me parece abiertamente inconstitucional en algunos aspectos, pero además es probablemente el mayor “jaque” a la independencia del Tribunal Constitucional que hemos vivido desde su creación. Algunos colegas (todavía muy pocos) han denunciado públicamente este abuso; muchos más lo vienen haciendo en privado. Aún no he leído ninguna defensa que entre en el fondo del asunto, aunque… de todo encontraremos. 

            Aquí solo me queda apuntar telegráficamente los importantes quebrantos que plantea esta operación: el procedimiento se lleva a cabo en una enmienda a una ley que nada tiene que ver con el tema, en evidente contradicción con la clara doctrina del propio Tribunal Constitucional sobre la cuestión; el intento de legitimar una renovación parcial de solo una sexta parte de los magistrados constitucionales, por mucho que lo pueda recoger una futura ley, es abiertamente contrario a la Constitución; privar al mismo Tribunal Constitucional del poder de verificación de ciertos requisitos que deben cumplir los magistrados entrantes afecta de lleno a una de sus funciones esenciales, y convierte a los órganos proponentes en los únicos garantes de la corrección de la propuesta; la regulación de un nuevo procedimiento para que el CGPJ elija a los dos magistrados del TC que le corresponden directamente bloquea las opciones de consenso para imponer las cuotas, ataca al propio CGPJ y probablemente a los derechos de sus vocales; las amenazas penales para los vocales son tan insostenibles como si hubiera que exigírselas a los propios diputados cuando han tardado a veces gasta tres años en la renovación que les corresponde. En conjunto, la propuesta traspasa esa frontera que separa la (ya de por si preocupante) rebaja de la calidad del funcionamiento institucional, del ataque a la esencia más medular del Estado de Derecho. Si no se para ahora, es muy posible que la misma reforma logre asegurar que todo esto no se corrija nunca. 


(Fuente de la imagen: https://www.heraldo.es/noticias/nacional/2022/12/19/constitucional-decidirasi-admite-recurso-pp-parar-reforma-busca-renovar-tribunal-1619543.html )

jueves, 1 de diciembre de 2022

Competencia jurídica e independencia

 

Competencia jurídica e independencia

 


            Vaya por delante que ni la Constitución ni la ley impiden que quien ha sido recientemente ministro de justicia pase a desempeñar el puesto de magistrado del Tribunal Constitucional. Tampoco está vedado que se nombre a quien ha sido diputado, e incluso un magistrado del Tribunal Constitucional en activo puede seguir militando en un partido político, mientras no desempeñe cargos directivos; y, por cierto, en esto la norma es menos exigente en este caso que en el de los jueces y magistrados del poder judicial, a quienes sí se les prohíbe esa militancia simultánea. En realidad, el único requisito constitucional para poder llegar a ser magistrado constitucional es el de que estos “deberán ser nombrados entre (…) juristas de reconocida competencia con más de quince años de ejercicio profesional” (art. 159.2). Hay dos requisitos más o menos objetivos aunque no exentos de cierto margen de interpretación (el de la condición de jurista y, sobre todo, el de los más de quince años de ejercicio profesional), junto a otro bastante subjetivo y, por tanto, difícilmente controlable (el de la reconocida competencia).

 

            Pero… una cosa es lo jurídicamente admisible, y otra lo más idóneo. Y si hasta ahora se han criticado los casos de nombramientos de quienes habían desempeñado antes una actividad política vinculados a un partido, o quienes seguían incluso militando, creo que la actual propuesta del Gobierno sobrepasa todo lo que habíamos visto hasta ahora, en términos de una aparente y probable vinculación política y partidista de quien será futuro magistrado (que, por cierto, solo podrá serlo cuando se complete el tercio que ha de renovar conjuntamente, como ya he explicado en otro lugar). Desde luego, en la práctica la independencia es algo muy subjetivo y personal, y de hecho algunos de quienes han sido nombrados magistrados tras un período de actividad política la han demostrado con creces. Pero, como digo, el contexto de este caso hace bastante improbable una futura actuación independiente, sobre todo en los muchos asuntos en los que puede tener interés el Gobierno o el partido mayoritario de este. Por la misma razón existen las causas de abstención y recusación: alguien puede ser tan imparcial como para juzgar a su hijo o un asunto en el que tenga interés… pero mejor que no lo haga. Y creo que puede haber en el futuro no pocos casos en los que proceda esa abstención. La verdad, durante mucho tiempo he creído que la competencia jurídica demostrada suponía cierta garantía de independencia… pero lo que he visto me ha demostrado que no es así. Siempre hay buenos juristas dispuestos a plegarse al poder e incluso a poner toda su capacidad argumentativa a su servicio. Así que la propuesta del ex ministro tiene muy mala pinta.

(Fuente de la imagen: Los juristas no confían en la independencia del TC | E&J (economistjurist.es)

sábado, 26 de noviembre de 2022

Ciudades de Iberoamérica: Puebla

 

Ciudades de Iberoamérica: Puebla

 


            Hay en Iberoamérica, y específicamente en México, bastantes ciudades coloniales, con sus hermosas catedrales e iglesias y sus calles coquetas y coloridas. Todas tienen algo en común, como es ese estilo hispano, pero al tiempo cada una es diferente. Puebla de México, fundada como Puebla de los Ángeles y hoy oficialmente denominada Heroica Puebla de Zaragoza, es sin duda única. México es, se diga lo que se diga, un país profundamente hispano y profundamente indígena. Algunos lugares, como la vecina Cholula, sintetizan de forma magistral ambas almas. En Puebla, sin dejar de apreciarse esa mixtura que identifica al país, predomina el elemento hispano. Fundada en 1531 en un lugar estratégico en la comunicación entre el puerto de Veracruz y la ciudad de México, conserva perfectamente las huellas principales de ese pasado colonial, a las que se une desde luego su historia posterior, dando lugar a la quinta ciudad más poblada del país. Nunca utilizo estas breves columnas para intentar hacer una especie de guía histórico-artística de los lugares que visito, para lo cual, desde luego, me faltarían conocimientos y experiencia. Y ello es particularmente cierto en esta ciudad tan sumamente llena de iglesias y conventos de enorme valor. Pero sería imposible entender Puebla sin su colosal catedral, cuya portada está flanqueada por sus impresionantes torres, mientras que su crucero está coronada por una espectacular cúpula. Pero hablando de cúpulas, de alguna manera estas son protagonistas de esta ciudad, ya que cualquier panorámica muestra no pocas, que vienen a coronar las diversas iglesias y conventos. Se dice que los españoles quisieron emular la gran cantidad de templos indígenas que encontraron (construidos estos habitualmente en forma de pirámides), y que en estos valles alcanzarían una por cada día del año; sea como fuere, hoy podemos disfrutar de esta gran cantidad de iglesias que suelen mezclar diversos estilos, aunque cabe señalar el protagonismo del barroco. En el interior, a veces las iglesias nos sorprenden con la riqueza ornamental que da el uso de los hilos de oro, como por ejemplo en la espectacular capilla del Rosario. Pero más allá de toda esta riqueza, pasear por el centro de Puebla es una delicia, que permite disfrutar de sus calles y casas coloridas y generalmente muy bien cuidadas, muchas de las cuales son edificios históricos de gran valor. La ciudad ha logrado así un interesante equilibrio entre el dinamismo y la tranquilidad.


        Por supuesto, esta crónica de impresiones y sensaciones no puede terminar sin destacar el gran valor de su cerámica, llamada por su especial proceso “talavera”, y que como quizá sepan los lectores, comparte desde no hace mucho la declaración como patrimonio inmaterial de la UNESCO con Tlaxcala, y nuestras ciudades de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo. Y en fin, hay que mencionar al menos el enorme valor de la gastronomía poblana, uno de los emblemas de la gran gastronomía mexicana, y en la que cabe destacar el mole poblano, aunque yo debo ya añadir la recomendación del exquisito mole de cadera.

¿Politización de la justicia constitucional?

 

¿Politización de la justicia constitucional?



 

            El Tribunal Constitucional, según el diseño que realiza la Constitución española, es un órgano plenamente jurisdiccional, pero separado del poder judicial, y que actúa como supremo intérprete de la Constitución. Desde que este tipo de tribunales existen en el mundo, su relación con el poder político es inevitable, casi se podría decir que consustancial. Por un lado, lo más habitual es que en el nombramiento de sus magistrados intervengan los otros poderes el Estado, y como mínimo casi siempre el poder legislativo, que en España tiene el protagonismo al nombrar, por tres quintos, a 8 de 12 magistrados. Por otro lado, el Tribunal valora cotidianamente la constitucionalidad de la más importante obra del legislador, como es la ley. Además, conoce de conflictos de competencias y de conflictos entre poderes del Estado. Es innegable que detrás de todo conflicto constitucional hay un conflicto político, y por eso creo que era acertada la idea de Leibholz de que corresponde al Tribunal Constitucional la solución o respuesta jurídica de las controversias políticas. En este contexto, hay que asumir esas relaciones “políticas” del Tribunal Constitucional, pero creo que nunca debemos perder la aspiración de que su actuación se lleve a cabo, dentro de parámetros de estricta independencia objetiva, con fundamentos estrictamente jurídicos.

            Pero cuando se habla de politización de la justicia constitucional suele hacerse referencia a algo menos deseable, y que, aunque es verdad que siempre puede tender a producirse, debería evitarse a toda costa. El problema sería, más que politización, de “partidización” del Tribunal, o al menos del intento por parte de los principales partidos de conseguir un Tribunal afín a sus pretensiones políticas, por distintas vías, entre las que cabe destacar el nombramiento de sus magistrados mediante una dinámica que no deja de ser una perversión de lo que debería de ser el espíritu del diseño constitucional. En lugar de buscar un consenso o acuerdo amplio sobre cada uno de los magistrados nombrados, se lleva a cabo un “reparto de plazas” entre los dos partidos mayoritarios. Y aun así, muchas veces el acuerdo no es posible y la institución pasa largos períodos sin ver renovados a parte de sus miembros. De todo esto, y de muchas otras cuestiones, han hablado diversos expertos estos días en nuestra Facultad de Ciencias Jurídicas. Y aunque ha habido cierta coincidencia en que, a pesar de estas perversiones, la institución en general ha logrado preservar su independencia hasta ahora, también se ha constatado que los problemas son graves y las soluciones, muy difíciles.

jueves, 10 de noviembre de 2022

Derechos del río Tajo

 

Los derechos del río Tajo

 


            La reciente Ley 19/2022, de 30 de septiembre, para el reconocimiento de personalidad jurídica a la laguna del Mar Menor y su cuenca, que procede de una iniciativa legislativa popular, supone una novedad importante en nuestro ordenamiento jurídico, ya que es la primera vez que la protección de un espacio de valor medioambiental en España se lleva a cabo mediante este mecanismo. Como indica la Exposición de Motivos, el objeto de la norma es “otorgar personalidad jurídica al ecosistema lagunar del Mar Menor, para poder dotarlo, como sujeto de derecho, de una carta de derechos propios”. La idea es deudora de la proclamación de los “derechos de la naturaleza” que a nivel constitucional tuvo su primera plasmación en la Constitución de Ecuador de 2008, y que ha tenido traducción en el reconocimiento jurisprudencial de derechos a concretos ríos, montes, o espacios naturales en Iberoamérica y en otros lugares del mundo, como Nueva Zelanda. El concepto en sí, en parte tributario de las culturas indígenas, es en realidad “intercultural”, es decir, un híbrido entre elementos de lo que podríamos denominar “cultura occidental”, como es el reconocimiento de derechos, y otros más indígenas, como el de naturaleza, imperfecta traducción del concepto de Pacha Mama.

            Como puede suponerse, esta idea choca frontalmente con algunos paradigmas fuertemente asentados en nuestra cultura jurídica, y por eso mismo la mayoría de los juristas siguen rechazando la mera posibilidad. Yo mismo fui muy reacio a esta idea, hasta que en cierto momento, estudiando el problema más despacio, experimenté una especie de “conversión” que me ha llevado a una posición mucho más abierta y matizada. Es imposible extenderme en esta columna en argumentos, pero cabría decir que, si los derechos están de algún modo en una especie de ley natural, no se ve por qué esta no incluiría la protección de la propia naturaleza como hábitat (eco) y fuente de vida (bio); y si no dejan de ser un producto de la creación humana, pues igual que creamos los derechos humanos, podemos ahora hacerlo con los de la naturaleza. También se dice que existen otras vías que pueden alcanzar un resultado similar; pero aunque esto sea más o menos cierto, no resta el valor, emblemático y práctico, a estas proclamaciones. En fin, vamos a empezar a asistir a la proclamación de derechos de otros espacios naturales en España, y ya se ha propuesto la Albufera de Valencia; así que me permito desde ya proponer el reconocimiento de derechos a nuestro espacio más contaminado, expoliado y amenazado, como es el río Tajo, que los merece y necesita tanto o más que otros...


(FUente de la imagen: https://elpais.com/sociedad/2012/06/24/actualidad/1340562672_975397.html )

jueves, 27 de octubre de 2022

El jardín y los herbívoros

 

El jardín y los herbívoros

 


            Desde la primera monografía jurídica que escribí, me ha preocupado siempre la paradoja que se produce con los valores constitucionales y democráticos: por un lado, es imposible proclamar valores como la libertad, el pluralismo o la tolerancia, incluso hoy en día podemos decir la interculturalidad, sin ser a su vez abiertos, respetuosos y tolerantes con todos los que piensan diferente, lo cual incluye a quienes no comparten esos valores. Pero, por otro lado, esos valores sucumbirán si no son defendidos cuando están en peligro o son objeto de amenaza. Estos valores son probablemente la mejor aportación de eso que llamamos “occidente” al mundo, y solo una visión absolutamente sectaria o sesgada negaría el papel de Europa en su formación. Tampoco descubrimos gran cosa si constatamos que hoy en día han de afrontar no pocas amenazas en muchos lugares del mundo. Caminamos a un mundo cuya primera potencia puede ser pronto un país que no cree ni comparte esos valores; asistimos a una invasión de otro país por el hecho de que quiere ser europeo y occidental; presenciamos, por ejemplo ahora en Irán, la negación de los derechos más básicos, especialmente de las mujeres.

            En este contexto, Josep Borrell, en su condición de Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, viene destacándose en los últimos tiempos por sus afirmaciones más o menos metafóricas que destacan la importancia de estos valores europeos y de su defensa. Tal vez porque su tono contundente y claro contrasta con los de otros como Ursula von der Leyen en esta Unión en cierto modo tricéfala, algunas de estas afirmaciones han sido objeto de duras críticas. Como cuando comparó a Europa con un “jardín” en medio de una “selva”. Pronto algunos consideraron que esta comparación era colonialista o incluso supremacista, pero como él mismo se encargó de explicar, no deja de ser una constatación del nivel de bienestar y de satisfacción de los derechos alcanzado, que, bien entendido, en modo alguno debe implicar una actitud de cierre ante el exterior, sino de acción favorable precisamente para que esa prosperidad relativa pueda mantenerse y, sobre todo extenderse. También ha destacado la importancia de la seguridad y la defensa señalando que no podemos ser herbívoros en un mundo de carnívoros. Y es que, por desgracia, en ciertas ocasiones nuestros valores no pueden defenderse con meras proclamaciones ingenuas o cándidas, y quizá tampoco es la mejor opción encargar esa defensa a otros. La verdad, ya era hora de que un responsable institucional, sensato y alejado del populismo, se expresara así. 


(Fuente de la imagen: https://www.eldiario.es/internacional/borrell-apela-europeos-corten-gas-casas-disminuyan-dependencia-ataca-ucrania_1_8814873.html )

jueves, 20 de octubre de 2022

Género: hurtar del debate

 

Género: hurtar el debate



 

            Resumiendo mucho, mucho… podríamos explicar que el sexo venía considerándose una realidad biológica, y para poner de relieve que los roles que nuestras sociedades solían asignar a las mujeres no estaban vinculados a esa realidad, el feminismo que hoy podríamos llamar ya “clásico” introdujo el concepto de género. Era algo diferente al sexo, pero no lo anulaba. Sin embargo, otras circunstancias han ido añadiendo complejidad al debate: la posibilidad médica de modificar los órganos sexuales de una persona abrió camino al reconocimiento a los efectos jurídicos de esa modificación (que hace décadas reconoció nuestro Tribunal Supremo, antes que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos); y más tarde se ha empezado a entender que, siendo el género algo distinto al sexo, no siempre es necesaria esa modificación física para el cambio de la anotación registral. Esta posibilidad YA la reconoce nuestra legislación, si bien sometida a un previo reconocimiento de un profesional, cuando no exista esa alteración física. Por último, el hecho excepcionalísimo de que algunas personas pueden nacer con caracteres sexuales no definidos o ambiguos, y sobre todo el reconocimiento de esa identidad como algo totalmente desvinculado de la apariencia sexual y de la genética, defendido por la llamada “ideología queer” (en contra de gran parte de las feministas “clásicas”), abren camino a una determinación de género que dependería solo y exclusivamente de la voluntad de la persona, no necesariamente binaria, y eventualmente cambiante y “fluida”.

            Esto está ahora en debate, y esta posibilidad es la que reconoce el proyecto de ley que acaba de entrar en el Congreso. Sin rechazar los argumentos a favor de este cambio, la verdad es que tiene notorios detractores, porque desdibuja por completo la categoría de “mujer” como concepto social y jurídico, y este es el presupuesto ineludible del feminismo y de tantas medidas de acción positiva y discriminación inversa. Además, está la peliaguda cuestión de si los menores deben poder decidir, y en qué términos, sobre modificaciones físicas tendentes a alterar su identidad sexual. El debate es importante, las posturas están muy enfrentadas. Y el lugar idóneo para ese debate es precisamente el Parlamento. Por tanto, me parece muy cuestionable la tramitación por la vía de urgencia, e insostenible que una ministra del Gobierno de España afirme que no cabe cambiar ni una coma en el proyecto presentado. Más bien este es el caso en el que, tras un amplio debate parlamentario, tendría sentido que los grupos no impongan una disciplina de voto, para que nuestros representantes actúen en conciencia y en consecuencia.


(Fuente de la imagen: https://www.psicologia-online.com/identidad-de-genero-que-es-y-como-se-construye-4896.html )

jueves, 13 de octubre de 2022

¡Viven!

 

¡Viven!

 


            Se conmemoran ahora nada menos que cincuenta años de aquellos hechos impactantes que universalmente se conocieron como “la tragedia de los Andes”. Para los más jóvenes o más despistados, el 13 de octubre de 1972 un vuelo en el que viajaban los miembros de un equipo de rugby uruguayo y algunos familiares, con destino a Santiago de Chile para disputar un partido, se estrelló en mitad de las montañas andinas. Algunas personas fallecieron; a los ocho días los declararon muertos y dejaron de buscar el avión; pero algunos de los pasajeros lograron sobrevivir unos 72 días, hasta que el 23 de diciembre, Nando Parrado y Roberto Canessa, los dos supervivientes más intrépidos, tras recorrer la cordillera durante varios días, pudieron avisar de que había otros catorce supervivientes. Andando los años, varios libros, una película, muchos documentales y conferencias después, los hechos siguen resultando asombrosos, sobre todo porque son muestra del casi ilimitado instinto de supervivencia humano. En efecto, aunque gran cantidad de testimonios ponen de relieve que llegados a cierto punto no les importaba ya morir, lo cierto es que, con alguna sorprendente excepción, la mayoría dieron los pasos adecuados para sobrevivir.

            Entre las muchas cosas que tuvieron que hacer para conservar su vida, quizá la que más ha llamado la atención, hasta el punto de convertirse casi en el núcleo de esta historia, fue el comer la carne de los fallecidos. Los detalles sobre cómo llegaron a esa difícil decisión, y el procedimiento que fueron estableciendo para ejecutarla, han sido narrados de forma tan reiterada como minuciosa. Por supuesto, nunca nadie ha cuestionado esa decisión desde ningún punto de vista. Pero yo quiero centrarme en otro aspecto de algo fundamental que igualmente hicieron, y sin lo cual habrían fallecido: asociarse y tomar las decisiones de manera civilizada, y en cierto sentido “democrática”. A pesar de que ellos afirman que no había normas, se establecieron de forma más o menos consensuada pautas de conducta; no hubo grandes conflictos, y sí trabajo en equipo. Probablemente no fue un impulso solidario lo que les llevó a actuar de ese modo, sino más bien el propio instinto de supervivencia, ante la seguridad de que de forma aislada o -peor todavía- enfrentados, nadie se salvaría. Podríamos incluso pensar que acaso el contrato social no fue provocado por el deseo de preservar la seguridad, la libertad o la propiedad, sino por el apreciable beneficio que para todos y cada uno representa asociarse y adoptar decisiones conjuntamente. En mitad de la nada, surge la civilización.

(Fuente de la imagen: https://www.telam.com.ar/notas/202210/607607-tragedia-andes-sobrevivientes.html )

miércoles, 5 de octubre de 2022

Batallas de órganos

 

Batallas de órganos




            Hace algunos años, al hilo de los magnos eventos que jalonaron el llamado “año Greco”, comenzó el Festival de Música que ha tenido como hito fundamental las batallas de órganos llevadas a cabo en la catedral primada. Este año estamos en la IX edición de este evento organizado por la Real Fundación Toledo, que en no demasiado tiempo ha pasado a convertirse en una de las citas culturales más importantes del año en nuestra ciudad. Reconozco que no soy un gran aficionado a este tipo de eventos musicales, y en parte por esto, en parte por tantos otros compromisos y actividades, no había asistido hasta ahora a una de estas batallas. Pero el pasado sábado estuve en la XVII, dedicada a Los Milagros de Nuestra Señora, y debo decir que salí con la sensación de que los comentarios elogiosos que ya había escuchado sobre estos eventos se quedaban cortos ante la maravillosa experiencia vivida. Quien tenga un mínimo de sensibilidad musical y artística comprenderá enseguida que la fórmula es infalible: los mejores órganos en las mejores manos, y en el marco incomparable de la Catedral de Santa María de Toledo. Cuatro órganos mayores, tres realejos y el clave, a pleno rendimiento, en perfecta armonía, en permanente “diálogo” (probablemente este término es más preciso que el de “batalla”, aunque no cabe negar el impacto y potencial de este último); y todo ello sin olvidar el añadido de excelentes improvisaciones, de la mano, en esta concreta batalla, de Carlo Maria Barile, Pablo Márquez Caraballo, Atsuko Takano, y Juan José Montero Ruiz.


La experiencia es inolvidable y en cierto modo inenarrable, además yo no sabría hacer una crítica profesional. Pero no puedo dejar de intentar transmitir esa maravillosa sensación de ese sonido que llena e invade el espacio y luego queda, sobre todo cuando suenan los órganos mayores, “atrapado” en el aire por unos instantes, antes de apagarse o de empezar a escuchar la “respuesta” de otro órgano. O el muy diferente ambiente creado por los órganos del siglo XVIII, contemporáneos de Bach, interpretando alguna de sus obras. Todo ello en ese escenario único, como es la catedral, único lugar en el que podemos escuchar esos órganos mayores que viven en nuestro templo y forman parte de él, y con una iluminación perfecta, cambiante, siempre adecuada y discreta, siempre al servicio de la música. En no pocos momentos no resulta fácil elegir entre disfrutar la música acompañada de esa visión espectacular del entorno, o cerrar los ojos y dejarse llevar por las notas. Y todo ello durante unas dos horas, que más bien parecen un santiamén. Todavía queda la batalla XVIII (dedicada a la Batalla de Lepanto, el día 8) y la XIX (Apocalipsis de San Juan, el día 22), así que si quedan entradas, no lo duden. Y si no, apúntenlo para la próxima edición.

jueves, 29 de septiembre de 2022

Si fuera tan fácil…

Si fuera tan fácil…



            Si frenar la inflación fuera tan fácil como establecer precios fijos o máximos de determinados productos, o de muchos productos, esa fórmula tan sencilla se habría utilizado con gran frecuencia e indudable éxito. Pero no. Es verdad que no han sido insólitos los intentos de diversos gobiernos a lo largo de la historia por luchas contra la inflación por esta vía, desde el Imperio Romano en algunos momentos, hasta Venezuela o Argentina en tiempos mucho más reciente. Pero el fracaso absoluto de esta receta, siempre que se trata de utilizar de forma generalizada, debería ser suficiente para que, con independencia de ideologías, nadie con mediano conocimiento la volviera a proponer. Cada vez que se han establecido precios fijos o máximos de manera más o menos generalizada, el resultado ha sido el desabastecimiento, la acentuación de la crisis, un mercado negro creciente con una inflación desbordada, y posiblemente la depreciación de la moneda. En circunstancias normales, nadie va a vender si no tiene un beneficio de ello, de tal manera que, si el precio máximo está más o menos en las pautas del mercado, resultará irrelevante, y si está muy por debajo de ellas, será eludido por vías alternativas, y en la parte en que se deba mantener por los conductos oficiales, provocará un desabastecimiento por falta de oferta. No digo con esto, obviamente, que los poderes públicos no puedan -o incluso a veces deban- controlar o incluso puntualmente corregir ciertos efectos del mercado, pero en cuanto se pasa de eso a pretender sustituirlo, la ruina suele estar asegurada. 

En suma, en situaciones críticas puntuales puede evitarse la especulación estableciendo precios máximos de venta de algún tipo de producto respecto al que pueda darse esa situación, pero el establecimiento de precios fijos o máximos en un amplio elenco de productos básicos sometidos al mercado está condenado al fracaso, ya sea por inútil (si ese precio está dentro de los márgenes razonables), ya por pernicioso (si está por debajo). Este tipo de medida no solo choca con leyes de la economía, sino que podría chocar con las normas jurídicas europeas, e incluso con nuestra Constitución, que por muy amplias posibilidades de intervención que conceda a los poderes públicos, sigue reconociendo la libertad de empresa “en el marco” de la economía de mercado. Así que cabe incluso la planificación (art. 131), pero no la sustitución de las leyes básicas del marcado (art. 38), lo cual, además, sería negativo. Y un último apunte lingüístico: “topar”, según el Diccionario, puede ser chocar, encontrarse algo, o dicho de un animal cornudo, “topetar”, entre otras cosas, pero no establecer un precio máximo de algún producto, así que no entiendo el empeño que se está poniendo en usarlo en ese sentido.


(Fuente de la imagen: https://es.investing.com/academy/trading/que-es-la-inflacion-tipos/ )

jueves, 22 de septiembre de 2022

Autonomía y fiscalidad

 

Autonomía y fiscalidad




            La Constitución española contiene algunos principios importantes aplicables que inciden en la financiación de las Comunidades Autónomas, aunque a pesar de ello su configuración queda bastante abierta para el posterior desarrollo legal. Abordar esto de forma completa, pero necesariamente resumida, en una columna de estas características sería de premio… voy a intentarlo. Cabe empezar diciendo que la autonomía política necesita de autonomía presupuestaria, que implica, dentro de ciertos márgenes, la posibilidad de decidir sobre ingresos y gastos. Como es sabido, las Comunidades Autónomas pueden tener sus propios impuestos, tasas y contribuciones especiales, así como impuestos cedidos total o parcialmente por el Estado (art 157). Dentro de estos últimos, se ha interpretado que las Comunidades tienen un margen para incidir normativamente en su regulación. Así que es inimaginable la existencia de una regulación idéntica para todos los impuestos en todas las Comunidades. Hay, además, casos especiales como el de Navarra y los Territorios Históricos del País Vasco, que en virtud de la Disposición Adicional Primera mantienen sus derechos históricos en la materia, que se traducen en algo próximo a la soberanía fiscal, a cambio de pactar un cupo a abonar al Estado por los servicios que presta en su territorio. Por supuesto, todo esto tiene que hacerse compatible con otros principios, como el de solidaridad (art. 2, y 158.2, que instaura un Fondo de Compensación Interterritorial), y el de igualdad de derechos y obligaciones de los españoles en todas las partes del territorio (art. 139.1). Pero esa igualdad nunca puede ser absoluta, pues de lo contrario no tendría cabida la autonomía, ni fiscal ni de ningún tipo. No solo no pagamos los mismos impuestos en toda España, tampoco las mismas tasas en las Universidades públicas, y tantos otros ejemplos.  

            Desde luego, el detalle de todo esto puede variar mediante reformas legislativas. Pero en términos argumentativos en una trampa saducea el sostener que si algunas Comunidades Autónomas deciden bajar, o incluso suprimir, aquellos impuestos respecto de los cuales tienen capacidad normativa, inevitablemente vulnerarán la igualdad, o se desplomará el Estado social. Mucho cabría debatir sobre la incidencia de las bajadas de impuestos en las prestaciones sociales, ya que estas dependen de cuánto se recauda en la práctica (no de un tipo concreto), y de cómo se gasta. Pero lo que exige pluralismo político es que estas distintas posturas sobre el papel relativo de determinados ingresos y gastos se puedan plantear, porque todas ellas tienen cabida dentro de la Constitución, y que los ciudadanos decidan en las urnas cuáles les parecen preferibles. No que alguien las pretenda desterrar del juego político mediante una descalificación global y previa.

(Fuente de la imagen: https://www.elcomercio.es/economia/deberian-iguales-impuestos-en-todas-comunidades-20191104045703-nt.html )

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Isabel II y la monarquía parlamentaria

Isabel II y la monarquía parlamentaria


 

        A estas alturas, quien más quien menos, casi todos empezamos a estar algo cansados de leer y oír hablar sobre el tema de los últimos días. Y por lo demás, resulta bastante difícil decir algo original. Pero… no me resisto a intentarlo, o al menos a ofrecer un enfoque centrado en otros aspectos, como el significado de esta reina para el Derecho Constitucional británico. Porque suele decirse (y esto lo sabe cualquier persona con un nivel cultural medio, aunque no sea jurista) que la Constitución inglesa se basa en el Derecho Consuetudinario… pero esto requiere algún matiz. No es solo que este convive con textos escritos de valor constitucional desde el siglo XVII (o desde el siglo XIII si incluimos la Carta Magna de 1215), sino también que, desde el siglo XIX se puede decir sin exagerar demasiado que la Constitución inglesa está escrita en el libro homónimo de Walter Bagehot. Y ello es especialmente cierto en la parte relativa a la Corona y a la definición de la monarquía parlamentaria, y no en vano todos los futuros monarcas o los monarcas jóvenes, desde entonces, estudian este texto como guía para su actuación, y deben asumir la idea de que en la monarquía parlamentaria el rey solo tiene derecho a “ser consultado, animar y advertir”. Pues bien, creo que desde ahora el sentido de la monarquía parlamentaria en el Reino Unido, además de plasmarse de algún modo en ese texto, se encarna en este reinado de Isabel II que acaba de finalizar. Porque si la monarquía parlamentaria es, sobre todo, la fórmula que ha encontrado esta forma de gobierno para sobrevivir en el contexto del Estado democrático, su misma esencia se sitúa en ese complejo punto de equilibrio entre el mantenimiento de la tradición y la identidad histórica que la justifica (o al menos la explica) y la necesidad de permanente adaptación a las nuevas circunstancias.

Y nadie como Isabel II ha sabido hacer eso, como muestra por ejemplo la conocida y bien hecha serie The Crown. Y así el reinado de Isabel II no es igual que el de la reina Victoria, por decir algo, pero ni siquiera las pautas de actuación en el inicio de su reinado son iguales que las que han existido en sus últimos años. Pensemos que ella, como su padre, reinó porque Eduardo VIII no pudo hacerlo estando casado con una divorciada, pero a ella le sucede un rey no solo casado con una divorciada, sino divorciado él mismo. Cosas de la costumbre. En todo caso, esta capacidad de adaptación me parece admirable y ejemplar, como puse de relieve en mi texto (perdonen la autocita) “La monarquía parlamentaria, entre la Historia y la Constitución” (https://bit.ly/3BI09kX ). Y en fin, no dejo de añadir un apunte personal, aunque creo que compartido por personas de mi generación o mayores: he conocido cinco papas, tres jefes de Estado en España, siete presidentes del Gobierno, no sé cuantos mandatarios y líderes mundiales… pero la reina de Inglaterra parecía estar ahí eternamente. Su fallecimiento me separa definitivamente del mundo en el que crecí, y eso me hace sentir a veces que este mundo me resulta algo ajeno… Esta reina ha dado unidad a todo el período que se inicia en la segunda posguerra mundial, y su ausencia es la constatación de que nada permanece, todo cambia, panta rei… Heráclito tenía razón, no hay manera de bañarse dos veces en el mismo río. Eso sí, el rey ha muerto, viva el rey, probablemente muchas cosas pueden cambiar, pero yo creo que la monarquía permanecerá en el Reino Unido, y solo el tiempo nos dirá si también en los todos aquellos catorce Estados que reconocen al monarca británico como jefe de Estado. O quizá en algún momento le toque a Inglaterra vivir su propio “98”, y como a nosotros, solo décadas después de haber perdido lo más granado de su imperio le llegue una cierta conciencia de crisis por el poder y el protagonismo perdido. Lo que sea, seguro que Jordi Hurtado estará aquí para verlo…

(Fuente de las imágenes: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/isabel_ii.htm )




 

jueves, 8 de septiembre de 2022

¿Qué ha pasado en Chile?

¿Qué ha pasado en Chile?


            El hecho de que un poder elegido democráticamente -y mucho más si es una asamblea- lleve a cabo en nombre y representación del pueblo soberano una propuesta que, sin embargo, es a continuación rechazada en referéndum por el propio pueblo, no deja de resultar una paradoja que introduce siempre situaciones complejas. Pero es obvio que esa situación puede darse, no solo porque de lo contrario la propia convocatoria de referéndum en estos casos carecería de sentido, sino porque hemos comprobado en los últimos tiempos cómo efectivamente se ha producido, con más frecuencia de la esperada. Por poner solo algunos ejemplos, baste recordar el referéndum del Brexit en el Reino Unido o el de los acuerdos de paz en Colombia, o específicamente en el terreno de las reformas constitucionales, las que no hace muchos años fueron rechazadas en Italia, o cómo la propia Constitución de la Unión Europea de 2004 se convirtió precipitadamente en una carta “nonnata” tras el rechazo en las votaciones en Francia y en los Países Bajos. Esto mismo es lo que ha pasado hace unos días en Chile, aunque me temo que en España no se le ha prestado demasiada atención, y muchos ni siquiera lo saben. Pero creo que este caso tiene algunas peculiaridades. Primero, porque todo el proceso se inició tras un referéndum en el que el pueblo expresó de manera inequívoca el deseo de aprobar una nueva Constitución (que sustituya a la vigente que, aun con reformas significativas, es todavía de que se aprobó en 1980 en pleno período pinochetista), así como el procedimiento a seguir para ello. Segundo, porque este procedimiento, que se ha centrado en la elección de una convención constitucional, también indudablemente elegida de forma democrática, ha puesto mucho énfasis en la participación ciudadana, y en especial en la inclusión y protagonismo de las minorías. A lo que cabe añadir un nuevo presidente cuya sintonía con el proceso constituyente parecía fuera de dudas. Por todo ello, la perplejidad y la complejidad provocada por el resultado puede ser mayor. 

            Poco puedo decir en unas líneas, pero me parece que, sin perjuicio de constatar que, como por desgracia suele suceder cada vez con más frecuencia en este tipo de procesos, puedan haber existido fake news, intoxicaciones informativas o presiones de diversos sectores, sería un tremendo error situar estos factores como causas del resultado. Creo que la sociedad chilena es suficientemente madura, y además las circunstancias no parecen haber cambiado demasiado desde la elección de la convención, o desde la propia aprobación del inicio del proceso. Parece bastante incoherente afirmar, como muchos hicieron de firma insistente, que se trataba de uno de los procesos constituyentes más democráticos del mundo (si no el que más), para terminar objetando el resultado desde la perspectiva de la “limpieza” del propio proceso. Aunque no se pueda afirmar categóricamente que el pueblo nunca se equivoca, creo que desde luego no es este el caso. Me parece que en este caso, como en algunos otros de los mencionados, más probablemente se ha producido un problema de falta de comunicación, sintonía o confianza entre el pueblo y sus representantes, que ha conducido a que estos presenten algo inaceptable para la mayoría. Además de posibles torpezas difíciles de explicar por parte de la mayoría que proponía el “apruebo” (como la de comprometerse a una reforma inmediata del nuevo texto si este se aprobaba…), la clave, en mi humilde opinión, está en que quizá el proceso, por muy participativo que haya podido ser, no ha resultado tan plural en esa participación como debería. Puede que en el pluralismo este la clave. Puede que bastantes minorías (o más bien quienes asumen su representación) hayan podido intervenir, pero el finalmente el texto sometido a votación era rechazado por fuerzas políticas desde el centro izquierda hasta la derecha. Algunos se han esmerado en hacer una Constitución excelente, ejemplar y modélica de acuerdo con sus valores; pero este tipo de Constitución no es la óptima. La Constitución perfecta no existe, pero la preferible es, según creo, no la ideal para algunos (ni siquiera a veces cuando estos puedan llegar a configurar una exigua y coyuntural mayoría), sino la que es asumible y aceptable por la inmensa mayoría, a ser posible por casi todos. Una Constitución de este tipo es la que está llamada a durar. En cambio, una Constitución de partido o fuertemente ideologizada en términos políticos y económicos (sean estos los que sean), si logra nacer, no suele conseguir un largo recorrido. Por el bien de Chile, que es un país hermano, y por las muy buenas amigas y amigos que allí tengo, deseo que este país supere pronto esta situación crítica y encuentre su camino, que según parece desprenderse claramente de los últimos procesos, debe conducir a algo diferente sin duda a la Constitución de 1980, pero también diferente a este texto que contiene, por lo que hemos visto, algunos principios o preceptos que la mayoría no comparte. Será necesario probablemente un texto más abierto y plural.     

 

 (Fuente de la imagen: https://agenciapresentes.org/2022/08/31/chile-se-prepara-para-votar-la-primera-constitucion-paritaria-del-mundo/ )






 

jueves, 28 de julio de 2022

Despiértenme las aves

 

Despiértenme las aves

 


         Nunca he sido muy dado al corporativismo, y por otro lado, siendo realista, es evidente que en mi profesión, como en todas, hay de todo: gente más trabajadora, y otra más dada a implicarse lo justito, o a buscar e intensificar los momentos de holganza. Pero puedo decir muy claramente que la media general está muy alejada de cierta idea relativamente extendida de que los profesores tenemos unas larguísimas y tranquilas vacaciones, que coincidirían con las de los alumnos. No es solo que exámenes, tefegés, tefeemes, tesis y demás, prolongan la actividad de la mayoría. Es también que, más allá de la actividad docente, suele existir una actividad investigadora y de trasferencia, más o menos extensa, que a más de uno nos ha tenido no pocos veranos enfrascados, sin vacaciones o con estas mucho más abreviadas de lo que cabría esperar:  la propia tesis, las mil y una acreditaciones, los concursos para el acceso a las más variadas categorías de la carrera universitaria, alguna conferencia que aceptamos en un momento de debilidad, aquel trabajo para la obra colectiva que hay que entregar y ya no puede esperar más, o la corrección de pruebas para que el libro salga a tiempo, entretienen de forma más o menos intensa, según los casos, nuestro período estival. Así que noches de canícula y mosquitos alrededor del flexo no son infrecuentes, y a veces se obstinan en cerrar el paso a las de relajación, paseo o fiesta.




            Dicho lo anterior… si al menos el ritmo de la docencia y de las mil y una gestiones burocráticas baja realmente, cabe aspirar a la ansiada tranquilidad. Y aunque no creo que lleguemos al nirvana, sí al menos se puede confiar en disfrutar de una vida algo más retirada, menos preocupada por las cosas cotidianas, en la que todo se relativice. Y mientras paseo cerca del mar o por el monte, escuchando gaviotas, chovas, colirrojos o jilgueros, pueden resonar también en mi cabeza (ya saben mis lectores la utilidad que le doy a haber aprendido poesías de memoria) aquellos versos de Fray Luis: “Despiértenme las aves,/ con su cantar sabroso no aprendido/ no los cuidados graves/ de que es siempre seguido/ el que al ajeno arbitrio está atenido”. Y es entonces cuando se comprende perfectamente que la verdadera felicidad no depende del reconocimiento de los demás, sino que nace como consecuencia de haber logrado experimentar la satisfacción de la paz interna, como se apunta en la misma Oda: “¿Qué presta a mi contento/ si soy del vano dedo señalado/ si, en busca deste viento/ ando desalentado/ con ansias vivas, con mortal cuidado?” Tranquilas vacaciones a quienes las inician en estas fechas.





(Fuente de las imágenes: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/leon_fray_luis.htm y archivo propio)

jueves, 21 de julio de 2022

Ciudades de España: Santander

Ciudades de España: Santander




            No sé si hay ránquines de elegancia en las ciudades españolas, pero si existen, no dudo de que Santander ha de estar en la parte alta de cualquiera de ellos. Junto a su hermosa bahía, el mar, el clima, las edificaciones… todo contribuye a esa característica. Y creo que desde luego las personas, tanto sus habitantes como la mayoría de sus visitantes, contribuyen a realzar esta cualidad. A pesar de ser una ciudad costera con fabulosas playas, en Santander no se pasea de cualquier modo. En el Paseo de Pereda nadie camina hecho un pingo (lo que no quiere decir que haya que arreglarse como para ir a la ópera, aunque algunas… casi lo parece). E incluso en la misma orilla de las playas del Sardinero, algunos locales tradicionalmente prohibían la entrada en traje de baño. Los ejemplos serían innumerables. Los jardines de Piquío son una deliciosa coquetería junto al mar, la península de la Magdalena, con su palacio sede de los cursos de verano de la UIMP, es una pequeña joya que deleita los sentidos; la limpieza suele ser una de las características de esta ciudad, y los mismos escaparates de las tiendas son inequívocas muestras de estilo.


           


  A pesar de que ahora en los veranos la ciudad tiende a saturarse con los visitantes, la verdad es que conserva cierto aire tranquilo. En los años 20 del siglo XX compartió con San Sebastián el liderazgo del glamur de aquellos “baños de ola”, aunque la nobleza bien se cuidaba de usar las sombrillas para que la piel no se oscureciera. Hoy, afortunadamente, las vacaciones en la playa resultan mucho más accesibles, a pesar de las dificultades de la coyuntura económica… pero Santander conserva no poco de ese aire tranquilo y de ese estilo singular. Ciudad ideal para el baño, para el paseo tranquilo, pero también para el disfrute cultural y, ¡cómo no! parte de este es la gastronomía: excelentes pescados que pueden degustarse de mil formas variadas y dan lugar a guisos como el famoso sorropotún; carnes de primera calidad, y extraordinarios cocidos (el montañés, el lebaniego entre otros) hacen de Cantabria una de las sublimaciones del panorama gastronómico español. En cuanto a la cultura, aunque el famoso incendio de 1942 destruyó arte importante de la ciudad, todavía se conservan monumentos de interés, destacando su catedral; y hay que añadir, además, los edificios más modernos que albergan eventos culturales de importancia, como el Auditorium o, más recientemente, el interesante Centro Botín, cuya arquitectura -como ahora se suele decir- “dialoga” con la bahía.  En fin, para el paseo hay mil opciones agradables, pero me atrevo a recomendar, para los más valientes, la preciosa senda costera que, partiendo del Faro de Cabo Mayor, recorre unos 30 kilómetros hasta llegar a Boo de Piélagos. Una ciudad única.