jueves, 29 de abril de 2021

Comunidades 1521

 

Comunidades 1521

          



      Toda comunidad política tiene sus mitos, y algunos de ellos tienen un carácter más o menos fundacional. Nosotros podemos tener varios: Covadonga, Wifredo el Velloso en su lecho de muerte… o el movimiento comunero. Pero sin negar el valor simbólico, identificativo y emotivo de esos mitos, lo importante es conocer y entender realmente aquellos hechos que, de uno u otro modo, han influido de forma esencial en la configuración de lo que hoy somos. Y en esta aproximación, el carácter científico siempre debe primar, porque la Historia es también una ciencia. Es indudablemente necesario y oportuno conmemorar el quinto centenario del movimiento comunero, pero también hacerlo con el necesario rigor: con interés y verdadera implicación en su significado, pero sin apasionamientos irracionales. Desde esta perspectiva, en efecto las comunidades representan una defensa de un sistema institucional y de una forma de gobierno determinada, que se veía realmente amenazada por los nuevos tiempos, y no solo por la llegada de un monarca extranjero. Y desde esa perspectiva, también pueden considerarse como una defensa de lo que podríamos denominar, en un sentido muy amplio, “la constitución castellana”. En cambio, quedarse con la mera idea de la defensa de una especie de identidad nacional castellana, o incluso de unos valores “democráticos” frente al absolutismo sería incurrir en la mitificación de aquellos hechos.

 

            Lo que sí es cierto es que, en los reinos ibéricos y en buena parte de Europa, el régimen político bajomedieval se caracterizó por el protagonismo de una institución representativa en la que las ciudades tuvieron una gran importancia, como fueron las Cortes, sin duda la mayor aportación leonesa y castellana al constitucionalismo universal. La paradoja es que la “modernidad” significaba, en aquel contexto, la unificación del Estado en todos los aspectos, un nuevo concepto de soberanía, y con él la concentración de poderes en el monarca. Salvo en parte Inglaterra, ningún país resistió el empuje de esos cambios, y es verdad que el principio de la debilidad de esta institución representativa vino marcado por el nacimiento de los Estados modernos, pero España al menos conservó la institución y su papel, que luego sería la principal fuente inspiradora de los constituyentes gaditanos. En este contexto se entiende la “puesta en valor” del movimiento comunero como reivindicación de algo que ya nunca sería igual, pero entendiendo también el significado y la importancia del nuevo modelo de Estado que se iba imponiendo, y que trajo a España, al menos desde un punto de vista de política global, sus momentos de mayor auge. Toledo, sabiamente, siempre ha sabido “ser” a la vez imperial y comunera, si se me permite decirlo sintéticamente, porque ambas almas conforman su esencia; aunque es verdad que hasta tiempos recientes el reconocimiento simbólico de los comuneros era mucho menos visible. 

 

Por todo esto, es acertado conmemorar debidamente este centenario, y es especialmente oportuno que las Cortes de Castilla-La Mancha lideren esta conmemoración, con un conjunto de actos que fueron anunciados hace algunos días; aunque también será muy conveniente que más instituciones participen en la difusión y el estudio de estos acontecimientos y su significado profundo. En fin, no quiero terminar sin recomendar una novedad bibliográfica muy oportuna que precisamente estudia con profundidad y rigor varios siglos de reuniones de Cortes en el actual territorio de Castilla-La Mancha, a través de los cuales puede apreciarse el esplendor y el declive de esta institución en el tránsito de la Edad Media a la Moderna, en cuyo contexto puede entenderse el movimiento comunero. Se trata de “Corte y Cortes trashumantes. Reuniones de las Cortes de Castilla en la actual Castilla-La Mancha (siglos XIV-XV)”, coeditada por las propias Cortes de Castilla-La Mancha y la editorial Tirant Lo Blanch, obra del autor Francisco Javier Díaz Majano. 




(Fuente de las imágenes: portada del libro de Francisco Javier Díaz Majano y logo creado por el autor para la conmemoración del quinto centenario del movimiento comunero).


 

jueves, 22 de abril de 2021

Algo de fútbol

 

Algo de fútbol



 

            Dicen que la política hace extraños compañeros de cama, pero no me digan que el fútbol no provoca a veces situaciones igualmente insólitas. Después de varios días de “convulsión” tras la propuesta de Superliga europea, y tras notorias deserciones, en el proyecto casi solo se mantenían… el Madrid y el Barça, rivales aparentemente irreconciliables en todo. No tengo una opinión clara sobre la propuesta, pero lo que me ha llamado la atención ha sido su trascendencia y la intervención inmediata de diversos gobiernos. Admito que el fútbol puede ser un asunto de interés público, pero a juzgar por las reacciones, parecería más bien que fuese un auténtico servicio público, y los clubes… supuestamente deberían comportarse como ONG o algo así. Lo curioso es que lo que puede servir para el baloncesto, algunos lo juzgan inadmisible en el fútbol, por elitista e insolidario. Y es verdad que el fútbol es realmente especial, porque probablemente mueve emociones y pasiones con mayor intensidad y generalidad que otros deportes. Y esto, desde luego, es algo que entendemos quienes somos aficionados, no tanto al fútbol, sino a un equipo determinado. Como con el amor, nadie que no lo experimente puede entender ciertas cosas.

 

            Escribí hace unos días en redes sociales que a mí, si “mi” Atleti estaba, la Superliga me parecería interesantísima, pero desde el mismo momento en que abandonó el proyecto, este perdió para mí todo atractivo. Mis lectores más asiduos ya lo saben: me gusta ver al Atleti siempre (aunque por supuesto, también el Toledo y la selección son equipos de mis amores), y lo demás del fútbol no me interesa gran cosa. Alguien me contestó que le gustaban más mis opiniones jurídicas y otros asuntos que suelo tratar desde un punto de vista más racional, pero… he de ser sincero. Por lo demás, cuando esta verdadera pasión se canaliza y no se deja desbordar, me parece que es positiva.  Todos tenemos nuestro corazón, y no me parece mal dejar que se exprese en estos aspectos que en el fondo sabemos que son triviales. Desde luego (esto es una obviedad) eso ha de ir acompañado del rechazo a cualquier expresión violenta, porque donde hay violencia no puede haber amor. Por lo demás, un verdadero aficionado del Atleti, por ejemplo, no puede dejar de ver que, en esto, tiene más en común con otro aficionado del Real Madrid (o del Barça) que con alguien que no tiene interés en el fútbol. Lo mejor del fútbol bien entendido es que une mucho y ayuda a hacer amigos…


(Fuente de la imagen: https://okdiario.com/deportes/oficial-nace-superliga-europea-futbol-7106532 )

 

 

jueves, 15 de abril de 2021

La Segunda República

 

La Segunda República



 

            Noventa años después de su proclamación, ya debería haber llegado la hora de que en los análisis de este fascinante período de nuestra histórica contemporánea predominase la neutralidad y objetividad que cabe esperar en todo estudio científico. Por supuesto, ello es perfectamente compatible con el debate, incluso con la existencia de posiciones contradictorias sobre la misma cuestión, y desde luego este tipo de debates entre expertos -incluso con importantes repercusiones sociales- se siguen produciendo con muchos otros momentos de nuestra historia, desde la batalla de Covadonga hasta las guerras carlistas, pasando por la Guerra de Sucesión y tantos otros momentos. Pero creo que, en lo relativo a la Segunda República, hemos pasado de cuatro décadas en las que no había libertad para investigar y parecía que no se podía decir nada bueno, a tiempos en los que parece que una tergiversada concepción de la llamada “memoria democrática” tiende a imponer una visión idealizada y utópica de este período, que puede llegar a resultar sesgada hasta el ridículo. Creo que ello se debe a que hay, todavía, demasiada politización vinculada a este período, y a que, además, esa politización se vincula con el momento actual, y algunos tratan de fundamentar posiciones sobre la España actual en su análisis sobre lo sucedido hace nueve décadas. Hay demasiada pasión, pero no en el buen sentido positivo de “afición vehemente” aplicada en este caso a la historia, sino en el de “perturbación o afecto desordenado” que se impone sobre el análisis objetivo y racional.

 

            Creo que, en realidad, la Segunda República tuvo aspectos muy positivos, junto a otros más problemáticos o negativos. En cuanto a lo primero, se aprobó una Constitución pionera en muchos aspectos, una de las primeras en incorporar los derechos sociales, así como el primer Tribunal Constitucional de nuestra historia; se instauró un régimen democrático, no exento de carencias y déficits en su funcionamiento, como les pasa más o menos a todos, pero desde luego mejor que el período inmediatamente anterior, y probablemente el más pleno de nuestra historia hasta ese momento; se consiguió por primera vez el sufragio femenino, entre tantos otros aspectos. Pero también en este período se llevó a cabo una feroz y violenta persecución religiosa, a veces demasiado tolerada desde las instituciones; se ahondó en la radicalización y el enfrentamiento entre españoles, fortaleciéndose esas “dos Españas” que apenas dejaron espacio a los moderados; y se produjeron crisis, episodios violentos, y abruptas rupturas con la legalidad. Por otro lado, se intentó implantar un interesante y positivo modelo de descentralización política, pero nunca llegó a funcionar adecuadamente. En fin, como casi siempre, luces y sombras. Pero ni las luces sirven a mi juicio para defender en este momento la república como un régimen mejor que nuestra monarquía parlamentaria, ni las sombras impiden que hoy pueda llevarse a cabo una defensa justificada de la forma de gobierno republicana. En realidad, nada de lo que he mencionado tiene que ver con la forma de gobierno o con la jefatura de Estado, y probablemente tampoco nada de lo más relevante sucedido en ese período, salvo quizá la interpretación del complejo episodio de la destitución de Alcalá-Zamora en 1936. Así que el debate actual sobre monarquía y república debería desvincularse de la valoración histórica de la Segunda República. Y en fin, iba a decir algo más sobre la Constitución… pero esta se aprobó ya en diciembre, así que anuncio un futuro “miradero” monográfico sobre el tema. Pero puedo simplemente apuntar que, en cualquiera de sus aspectos positivos, es superada claramente a mi juicio por el actual texto de 1978.    


(Fuente de la imagen: https://www.cromacultura.com/segunda-republica/ )

jueves, 8 de abril de 2021

De vacunas

 

De vacunas

 


            Han pasado más de tres meses desde que, con gran alborozo, se ponía la primera vacuna contra el Covid a una señora de Guadalajara, mientras se difundían imágenes de grandes cajas repletas de vacunas con el sello del Gobierno de España. Desde entonces, me temo que la gestión del proceso de vacunación ha estado llena de despropósitos, retrasos y criterios ilógicos, absurdos o injustos, hasta que, 24 horas después del anuncio del nuevo calendario que permitiría vacunar al 70% de los españoles antes de la finalización del verano, Sanidad vuelve a cambiar una vez más el criterio sobre Astrazeneca, recomendando ahora su aplicación solamente a personas comprendidas en la franja entre 60 y 65 años.  Muchos factores (y no pocas instituciones) tienen que ver con esta gestión errática y bastante caótica, pero ello no ha de servir de excusa a ninguna de ellas, y menos a quien asume la competencia en “Sanidad exterior. Bases y coordinación general de la sanidad”. Para empezar, los titubeos y dudas sobre Astrazeneca podrían entenderse en el contexto del comprensible propósito por disponer lo antes posible del mayor número de vacunas, pero creo que nada de eso justifica la actuación precipitada, ni la falta de información. Si realmente, como ahora parece cada vez más claro, hay una relación entre esta vacuna y algunos casos de trombos, pero el porcentaje de estos es tan sumamente bajo que globalmente son preferibles sus notorios beneficios que esos riesgos más o menos remotos, no solo hay que informar con claridad de ello a la población, sino incluir datos concretos fiables en un consentimiento informado que individualmente debería conocer cada persona que acceda a ponerse esa vacuna.

 

            En cuanto a los criterios de prioridad, me parece que se parte de un documento razonable pero no exento de lagunas, y que sobre todo no se está llevando a la práctica en los términos concebidos. Se supone que las personas de más de 80 años son prioritarias, y más si son dependientes, pero sé perfectamente que no se ha completado la vacunación de este colectivo cuando ya se avanza en otros. La siguiente prioridad del grupo de 55 a 65 años deja en una especie de limbo al importante grupo de personas entre 65 y 80 años. Por colectivos, y solo por mencionar un ejemplo que también conozco bien, nadie ha dado una razón mínimamente convincente de por qué razón no se incluyen los docentes universitarios en el colectivo de docentes… En fin, un proceso caótico en un contexto de carencia de recursos, que parece muy difícil enderezar.


(Fuente de la imagen: https://www.dw.com/es/oms-avala-vacuna-de-astrazeneca-esperada-en-el-mundo/a-56581649)