viernes, 25 de agosto de 2023

Aulas vacías

Aulas vacías



 

            Mis lectores más asiduos recordarán no pocos artículos sobre mi vocación y mi gusto por el mundo académico y universitario. Me siento muy afortunado de que mi profesión sea, mucho más que eso, una actividad que amo, y me cuesta entender la frustración o desaliento que otras personas sienten por su trabajo. Pero no se crean, nada de esto significa que la vida universitaria sea un camino de rosas o una balsa de aceite. Hay no pocos inconvenientes y sinsabores. Lo que pasa es que opto (o intento optar) por recordar lo bueno y olvidar lo que no lo es tanto. Y si me quedo con ello, uno de los grandes lujos de mi trabajo, aparte de otras cosas que a veces les he contado, es su sede. Estar cada día en un complejo conventual histórico-artístico tan maravilloso como el formado por el conjunto San Pedro Mártir-Madre de Dios es un privilegio. 

 

            No soy un experto en historia, arte ni literatura, pero soy gran aficionado a todas estas ramas del conocimiento, y después de haber leído todo lo que he localizado sobre estas facetas del espléndido edificio que ocupa mi Facultad, creo que disfruto más su valor. Algún “miradero” he escrito sobre estos aspectos, que también he trabajado para elaborar una “visita virtual” fotográfica al edificio, que preparé hace algunos años. Además, no dejo de aprovechar la ocasión de mostrarlo a alumnos o profesores visitantes, porque, al igual que sucede en su conjunto con nuestra inigualable ciudad de Toledo, uno, aunque no tenga mérito personal en su valor, no puede dejar de estar orgulloso del recinto que acoge la parte más importante de su actividad profesional. Desde luego, uno de los atractivos del lugar es que el trasiego de profesores y alumnos le da habitualmente una vida muy animada. Sin embargo, cuando, ya acabado el curso y las múltiples actividades académicas posteriores (¡ustedes no se imaginan cuántas!) un día paso por la Facultad semivacía, y en un momento de tranquilidad me quedo contemplando los claustros, mi despacho o las aulas vacías… todos estos espacios me hablan y me recuerdan las historias vividas, las enseñanzas transmitidas, las conversaciones intensas, las explicaciones y tutorías; y entonces las propias columnas, los arcos, las piedras, me recuerdan que ellas mismas, por su valor, pero sobre todo por las historias a las que han servido de marco, forman parte muy importante de mi vida desde hace tres décadas. Y me resulta imposible no pararme a pensar en lo afortunado que soy por haber vivido todas esas experiencias en este recinto único.  


(Fuente de la imagen: https://www.abc.es/sociedad/abci-falta-cultura-esfuerzo-y-poca-formacion-edades-tempranas-detras-drama-aulas-vacias-carreras-tenicas-201912190144_noticia.html)

Ibáñez

Ibáñez




 

            En mi infancia, pocos regalos podían hacerme más ilusión que un tebeo de Mortadelo y Filemón. O bueno, ya puestos, eso podía superarse con un Super Humor, que incluía además a Pepe Gotera y Otilio, el Botones Sacarino, Rompetechos, 13 Rúe del Percebe, entre otras fantásticas historias contadas en cómics, la mayor parte de los cuales eran creación de la genial mano de Francisco Ibáñez. Así que simplemente no se puede entender mi infancia sin la obra de este gran creador. Pero además, creo que esto mismo pueden decir muchas personas de varias generaciones, y esto es algo que no se puede decir de muchas personas. Durante años hemos reído con las gracias del pobre Rompetechos sin pensar que eso pudiera ofender a las personas con discapacidad visual, o con las enormes chapuzas de Pepe Gotera y Otilio sin que eso pudiera molestar a ningún profesional o autónomo; tampoco el simpático personaje del botones Sacarino podía interpretarse en ningún tipo de clave clasista, y antes al contrario podría ser una reivindicación de esa humilde y al tiempo importante profesión; y hemos disfrutado con los enredos de la casa de vecinos más loca jamás imaginada, en la que todo era insólito y divertido, y acaso antecedente de series creadas mucho más tarde, como “Aquí no hay quien viva”… Lo bueno del humor de Ibáñez es que, siendo puramente “blanco”, inocente y “suave”, no ha dejado nunca de reflejar una sociedad y su evolución durante décadas, sin perder su elemento crítico y en cierto modo reivindicativo. Y todo ello con un diseño de gráfico excepcionalmente “limpio”, con trazos sencillos y, en todos los sentidos, realmente elegante. 

 

            Pero como puede deducirse de mis primeras líneas, si tengo que elegir los personajes favoritos, no dudaría un instante en mencionar a Mortadelo y Filemón. El agente alto y sin hombros, capaz de disfrazarse de lo que sea en cualquier momento, y al que al final todo le sale bien, es sencillamente un personaje insuperable y que no puede generar más empatía. Pero el jefe gruñón que se cree que lo sabe todo pero es mucho más torpe, no deja de ser a fin de cuentas otro personaje entrañable. Incluso el superintendente Vicente, que solo da órdenes y exige sin parar, tiene su toque simpático. Y el profesor Bacterio, capaz de crear todo tipo de fórmulas y remedios mágicos que jamás funcionan como él pretende, es uno de los personajes más divertidos que quepa imaginar. Juntos han estado en todos los acontecimientos importantes de las últimas décadas, que han servido de contexto para sus disparatadas aventuras. Toda una radiografía, crítica y llena de humor, de un amplio período histórico. Se nos ha ido un creador único e irrepetible.


(Fuente de la imagen:https://www.tebeosfera.com/sagas/mortadelo_y_filemon_1958_ibanez.html )

Problemas de la justicia constitucional

Problemas de la justicia constitucional


 




            No me gusta, como regla general, dedicar estos espacios a nuestra actividad académica, y sobre todo no me gustaría que nada de esto se entendiera como promoción o ensalzamiento de dicha actividad. Pero por otro lado siempre he concebido esta actividad como algo que, más allá de las aulas, ha de estar al servicio de la sociedad, y por eso atiendo siempre que puedo a cualquier medio que plantea inquietudes sobre aspectos relacionados con el Derecho Constitucional. Así que mis lectores más asiduos ya sabrán que la justicia constitucional y la interpretación de la Constitución son dos de las líneas (estrechamente relacionadas entre sí) que con mayor intensidad hemos trabajado. Así, desde hace más de dos décadas, y gracias a un excelente equipo organizador) venimos ofreciendo en la UCLM un curso de postgrado, que desde hace exactamente diez años se celebra en el mes de julio con los mejores especialistas de Europa e Iberoamérica. No nos centramos en España, pero creo que el programa sirve para poner de relieve que los problemas de nuestra justicia constitucional son en buena medida comunes a los de otros países, aunque según los casos, tengan aquí mayor o menor intensidad. 

 

            Así, los cursantes van teniendo la oportunidad de profundizar en problemas como la politización, la siempre frágil independencia judicial, los distintos procesos constitucionales, los déficits en la garantía de los derechos, y por supuesto cuestiones aparentemente más técnicas, pero no menos importantes, como las relativas a los métodos de la interpretación constitucional. Porque la cosa es que aquí, quien tiene la última palabra en materia de interpretación es el que realmente “manda”, y la tensión entre legislador y justicia constitucional es una de las características aparentemente “eternas” de este ámbito, cuya solución dependerá de aspectos como el concepto de Constitución, de Derecho, o como digo las pautas interpretativas que deben seguir los jueces. Y así también podemos conocer experiencias como las de Polonia (uno de los casos más preocupantes dentro de la Unión Europea), Alemania, Italia, Francia, Perú, México, o República Dominicana, entre otros. Todo ello en el ambiente que ofrecen cerca de ciento cincuenta cursantes de Europa e Iberoamérica. No tengo mérito en ello, pues si hay tal se debe a los profesores y a los alumnos. Ni siquiera tengo como cursante este título de postgrado… pero he sido “oyente” todos estos años y, pueden creerme, algo he aprendido. Los ciudadanos deberían ser más conscientes de la importancia de estas cuestiones y problemas, y de ahí nuestro empeño en divulgar la labor que venimos haciendo…

Derechos y democracia

Derechos y democracia




 

            Es uno de los debates clásicos de la teoría política: si la soberanía popular  debe prevalecer sobre todo, o tiene límites, que serían fundamentalmente los derechos. La primera postura sería la de Rousseau, la segunda estaría representada por Locke. Yo creo que se puede ser liberal y demócrata a la vez, pero el punto de equilibrio no es siempre fácil. Indudablemente, yo me adscribo a la línea de los límites necesarios a toda decisión mayoritaria; y no por mi confesada afinidad liberal -entendida en el mejor sentido, hay que aclarar hoy-, sino todo por mi creencia en que la Constitución tiene un sentido, y es precisamente ese. Porque además es evidente que hoy esos límites, constituidos por los derechos, no serían solo la vida, la libertad y la propiedad, sino también los derechos políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales, y en definitiva todas las generaciones de derechos. Siempre he dicho que todos los derechos tienen el mismo rango e importancia, con independencia de que en algunos sistemas la garantía de algunos queda algo más debilitada, como sucede precisamente en nuestra Constitución.

 

            Dicho lo anterior, pocos argumentos son más peligrosos como el que tiende a maximizar la idea de esos límites, y sobre todo a seleccionar y orientar el sentido en el que deben interpretarse. Ese argumento, recurrente, parece estar cobrando fuerza en algunos de los mensajes de esta campaña electoral. Basta con decir que una eventual mayoría de derechas (aunque pueda ser en realidad de un arco ideológico mucho más amplio) supondría una amenaza a nuestros derechos, para deducir que tal resultado pondría en peligro la democracia. Si la democracia incluye la idea de que la decisión mayoritaria tiene por límites los derechos, una mayoría que, por esencia y definición, los amenace, no sería propiamente democracia. La conclusión de este silogismo es que siempre que gane la derecha no hay democracia. Pero es claro que tampoco habría democracia si solo puede ganar la izquierda… así que este tipo de razonamientos conducen a un callejón sin salida. Más bien cabría reconocer que todas las mayorías, por desgracia inevitable, van a cometer vulneraciones de los derechos, pero no por ello pueden definirse esencialmente como tal amenaza. Que la diferencia entre izquierda y derecha, si consideramos las opciones moderadas, suele ser de mayor o menor énfasis en los derechos de libertad y los de igualdad. Y si incluimos a las más radicales, el riesgo puede estar tanto en un lado como en otro, pero el sistema tiene -en términos generales- mecanismos para evitarlo o repararlo. Cada uno que vote lo que quiera, pero creo que globalmente nuestros derechos no están en juego y es peligroso transmitir lo contrario.


(fuente de la imagen: http://www.juicios.org/leyes/relacion-entre-la-democracia-y-los-derechos/ )