Los ojos
Si la cara es el espejo del alma, los ojos son quizá la ventana a través de la cual no solo percibimos, sino que nuestro espíritu, nuestro ser más profundo, se muestra a los demás. Los ojos son tan expresivos y representativos de la vida, que el ser humano ha estado siempre fascinado por ellos, y por ello los ojos son objeto de estudio, análisis o contemplación por la literatura, la pintura, la fotografía, la biología, la medicina… Algunas mujeres en algunas culturas tapan (o son obligadas a tapar) todo su cuerpo con la única excepción de los ojos, pero estos, que hacen único a cada ser, son a veces capaces de expresar mucho más que complejos discursos. Tapar el rostro es tapar aquello que nos identifica en sociedad, y no deja de ser un intento de negar la personalidad propia, pero incluso en esos casos, si quedan los ojos, queda algo del ser… Bécquer lo expresó con la sutil hermosura de su poesía: “Como en un libro abierto/ leo de tus pupilas en el fondo/ ¿A qué fingir el labio/ risas que se desmienten con los ojos?”.
Los ojos son un misterio incluso
para la ciencia. Son un auténtico prodigio de la evolución, tanto que el propio
Darwin llegó a afirmar que parecía absurdo que la gran variedad de las formas
oculares se hubiesen formado por selección natural, aunque finalmente entiende
que esa dificultad para entender la evolución de los ojos “aunque insuperable
para la imaginación, no sería considerada como destructora de nuestra teoría”.
El caso es que, como pone de relieve un reciente estudio en la revista National
Geographic (febrero de 2016), parece que toda la inmensa biodiversidad de los
ojos deriva de una primera y común fase inicial. Desde los sencillos y
primitivos fotorreceptores de algunas medusas o de la lombriz de tierra, hasta
los complejos y agudísimos ojos de las águilas. En ese estudio se puede leer
que “la variedad de tareas que desempeñan los ojos no conoce más límite que la
fecundidad de la naturaleza. Los ojos representan la colisión entre la
constancia de la física y el desorden de la biología”. Y es que todos los ojos
tienen la misma base molecular, unas proteínas llamadas opsinas. Lo
sorprendente es que la evolución de los ojos se ha adaptado a las necesidades y
circunstancias de cada ser, incluso en aquellos casos en los que parecen menos
desarrollados. Se puede decir que cada especie tiene los ojos que necesita.
En cualquier caso, aun siendo los ojos fascinantes para la ciencia, creo
que esta no alcanza a explicar su especial capacidad expresiva y comunicativa.
Si existe un lenguaje corporal, los ojos son probablemente su elemento más
importante. Los aficionados a la fotografía (y otro tanto cabría decir para la
pintura y otras artes) sabemos que, aunque toda regla tiene sus excepciones, en
general conviene enfocar a los ojos a la hora de realizar cualquier retrato. O
incluso a un solo ojo. Y esta idea no solo es aplicable a los seres humanos,
sino a cualquier ser vivo. Desde un caballo o un gato, hasta un invertebrado
(son impresionantes las macrofotografías de arañas que muestran múltiples
ojos). La nariz puede ser muy característica, la boca tiene sin duda una gran
expresividad, y acaso es el único rasgo que puede competir con los ojos en este
ámbito, pero después de todo son estos los que más transmiten de una persona.
Quien tenga unos ojos bellos, será bello. Mirar directamente a los ojos se
considera una actitud que revela o transmite sinceridad, cercanía, valor. Somos
nuestros ojos.