jueves, 30 de junio de 2022

Otra vez la renovación de las instituciones

 

Otra vez la renovación de las instituciones


            Cada vez que podemos sentir la tentación de pensar que la situación respecto a la renovación de instituciones como el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional ha caído tanto que no puede empeorar… empeora. El conjunto de factores que se han ido combinando, para dañar el prestigio, la imagen y el correcto funcionamiento de las instituciones, no hace sino crecer. Al vergonzoso retraso de las cámaras (en la práctica, de los partidos) a la hora de nombrar a nuevos magistrados, se sumó hace pocos meses el bochornoso espectáculo generado por los partidos a cuenta del nombramiento de algún magistrado. Ahora asistimos al intento del Gobierno del corregir el “tiro en el pie” que se dispararon a sí mismos cuando reformaron la legislación del Consejo General del Poder Judicial para impedir que este nombre a magistrados cuando esté en funciones (situación en la que permanece desde hace años). Si pensaban que esto serviría de acicate para su renovación… es claro que se equivocaron. Y ahora esa reforma esta perjudicando la posibilidad de renovación de instituciones como el propio Tribunal Constitucional, así como el nombramiento de nuevos magistrados del Tribunal Supremo.

            Por supuesto, la rectificación no plantearía problema constitucional alguno si se tratase de volver a la regulación anterior, en la que el CGPJ podía cumplir sus obligaciones constitucionales aun cuando estuviera en funciones. Pero… la nueva propuesta, que además se plantea como proposición de ley parlamentaria eludiendo así dictámenes que en otro caso serían preceptivos (y en particular, el del propio CGPJ), no pretende eso, sino solamente posibilitar que el CGPJ en funciones nombre a los dos magistrados del TC que le toca proponer, pero no a los del Tribunal Supremo. ¿Qué justificación podría tener esa diferenciación? No se me ocurre ninguna, aunque sí una explicación: dado que la mayoría de los juristas hemos coincidido en que la renovación del Tribunal Constitucional “por terceras partes” impide que el Gobierno pueda nombrar a sus dos magistrados (o al menos, que estos tomen posesión) sin que a su vez lo hagan los dos que ha de nombrar el CGPJ y que comparten con ellos el “tercio”, la única opción que el Gobierno contempla para cambiar el “signo” de la mayoría del TC es esa reforma. Eso quiere decir, por un lado, que considera imposible la previa renovación del CGPJ para la cual se supone que estaba negociando con el principal partido de la oposición. Y por otro, que le importa mucho renovar el TC (que tendrá según sus cálculos “mayoría progresista” gracias a los dos que nombra el Gobierno), pero no el Tribunal Supremo, ya que este tendría una renovación “de signo conservador”. Y esto es anteponer sus objetivos políticos al adecuado funcionamiento de las instituciones.   


(Fuente de la imagen: https://www.lavanguardia.com/politica/20200203/473274691179/cgpj-consejo-general-poder-judicial-renovacion-tribunales-constitucional-tribunal-de-cuentas-supremo-partidos.html )

jueves, 23 de junio de 2022

El Mal y el Enemigo

 

 El Mal y el Enemigo



            La contraposición entre el Bien y el Mal es una idea constante en nuestra cultura. Por supuesto, como conceptos o ideas generales son antitéticas, pero por la misma razón se necesitan mutuamente. En la cultura cristiana, Dios se contrapone al Maligno, del demonio, Satán o Belcebú… pero este último nombre deriva de un dios filisteo, posteriormente adoptado por algunas religiones abrahámicas como un demonio. Ya sabemos que según muchas tradiciones el demonio no deja de ser un ángel caído. Si existe el demonio, necesariamente ha de existir Dios, aunque también podría pensarse que Dios no tendría sentido sin el objetivo de vencer al demonio, al mal. La relación es tan intensa, que autores como Alberto Ibáñez plantean una teodicea de la ambivalencia, según la que Dios no puede ser solo bueno, ya que un Dios creador todopoderoso, pero ajeno e irresponsable frente al mal, supondría un exceso reductor de un ser ilimitado. De hecho, una de las grandes dificultades de algunas religiones es explicar cómo un ser que todo lo puede es capaz de permitir el mal, el dolor o el sufrimiento.

            En un plano más “de andar por casa”, hace poco volvía a leer la noticia recurrente de la polémica generada en algunos lugares por la práctica tradicional de quemar o apalear al final de la Semana Santa a un muñeco que representa a Judas, que no parece muy compatible con los sentimientos piadosos, aunque es comprensible como símbolo de rechazo al mal. También unas señoras muy cristianas debatían hace poco sobre si estaría permitido o sería recomendable, para acabar con guerra en Ucrania, rezar para que acaben los días de Putin… Parece más cristiano, aunque no sé si igual de práctico, rezar para que Dios toque su corazón y le impulse a dejar de provocar el daño que está generando. Pero en algunos casos… es difícil resistirse a la “tentación”, por ejemplo, de rezar para que gane tu equipo una final de fútbol que es lo mismo que meter a Dios en la contienda y pedirle que pierda el “enemigo”, o mejor dicho rival. Nuestra tendencia al maniqueísmo es demasiado intensa, pero en la realidad el Bien y el Mal se mezclan a veces hasta confundirse. En latín hay que distinguir el sentido de “inimucus”, que es simplemente el “no amigo” entendido en un plano singular o individual, de “hostis” que es el enemigo en un sentido global y colectivo (aunque en latín arcaico esta palabra designaba simplemente al extranjero, incluso al huésped). Por eso, aunque la Cruz de la Victoria dice “hoc signo vincitur inimicus”, lo verdaderamente importante, lo que realmente debemos pedir los creyentes a Dios, es aquello que dice la preciosa oración “Anima Christi”: “ab hoste maligno, defende me”. O como dice mi madre, “líbranos del Enemigo, que de mis enemigos ya me libraré yo” (si puedo). Sabemos que no podemos evitar el mal, que es la otra cara del bien. Pero no por ello debemos dejar de luchar contra el Mal, y volviendo a Alberto G. Ibáñez, “solo actuando juntos y no divididos (que es lo que quiere el mal) podremos hacerle frente”.


(Fuente de la imagen: https://sanmiguelarcangel.net/2021/02/04/san-miguel-arcangel-en-la-lucha-contra-el-maligno-enemigo/ )

jueves, 16 de junio de 2022

Mundial 82

 

Mundial 82



            En estas fechas nos recuerdan que hace cuarenta años de celebraba el Mundial de fútbol de España… y es imposible evitar que afloren tantos y tantos recuerdos. Para un país que casi estrenaba su democracia y no hacía mucho que había superado un intento de golpe de Estado que puso en jaque al joven régimen, era todo un éxito organizar un evento mundial de tanta trascendencia. Entonces se pensaba que solo un país democrático que compartiera los valores más universales era digno de organizar un acontecimiento así. Hoy parece que solo el dinero o el potencial económico rige la adjudicación de la organización de este tipo de encuentros deportivos mundiales. Sea como fuere, para un adolescente aficionado al fútbol que apenas empezaba a hacer algo diferente que estudiar y jugar a las chapas, que un mundial se celebrase en su país era motivo más que suficiente para seguirlo con absoluta atención y pasión. Es algo que, por lo demás, me gusta hacer en todos los mundiales, pero que ya nunca he podido repetir con tal intensidad.


            Así que es imposible olvidar las sensaciones de aquel mundial: aquel fabuloso equipo brasileño con Sócrates y Zico, o la selección argentina con Maradona y Kempes, y Menotti como entrenador… Y también cómo estas selecciones favoritas terminaron decepcionando, para dar lugar a unas semifinales íntegramente europeas, que condujeron a Italia al título, después de ir (como a veces hace) de menos a más, pasando la primera fase sin ninguna victoria, pero superando en la segunda a los dos favoritos mencionados. Cómo olvidar el entusiasmo de Sandro Pertini en aquella final, que contrastaba con la frialdad de Helmudt Schmidt, con el rey Juan Carlos en medio de ambos. En cuanto a España… ¡qué gran decepción! Como solíamos en algunos momentos, fallamos incomprensiblemente en los partidos teóricamente más fáciles, para luego empezar a jugar bien cuando ya era demasiado tarde. A pesar de todo, nuestro Mundial fue un éxito organizativo y acaso el inicio de una etapa feliz y brillante en términos colectivos. Una década después volveríamos a ser anfitriones en las Olimpiadas de Barcelona, con idéntico éxito organizativo y en esa ocasión más que razonables resultados deportivos, cuando España ya estaba plenamente integrada en las instituciones europeas, y en la comunidad de naciones más avanzadas y democráticas del planeta. Ya en el siglo XXI llegarían éxitos deportivos sin precedentes, en especial el Mundial de 2010, pero aquel Mundial del 82 dejó un recuerdo imborrable en la memoria de una nación que emergía, y en la de un joven que empezaba a hacerse mayor. Y la verdad es que no sé cuánto queda de aquel entusiasmo colectivo y de aquella experiencia, más allá de algún “Naranjito” que todavía se conserva, triste y deslucido, en algún lugar de nuestra geografía…

(Fuente de las imágenes: https://www.jotdown.es/2022/06/espana-82-el-futbol-tal-como-era/ , https://www.elperiodico.com/es/deportes/20201210/muere-paolo-rossi-heroe-mundial-11306205 y archivo propio)

domingo, 12 de junio de 2022

¿Abolir la prostitución?

¿Abolir la prostitución?




            Según el Diccionario de la Real Academia Española, abolir se define como “Derogar, dejar sin vigencia una ley, precepto, costumbre, etc.”. Lo que pretende hacer el proyecto de ley ahora en trámite no es derogar ninguna ley ni precepto, pues ninguna ley a día de hoy regula ni contempla expresamente la prostitución, como no sea para castigar a los que fuerzan a otras personas a practicarla o se lucran con ella, aunque sea con el consentimiento de la persona que ejerce la prostitución (art. 187 del Código penal en su redacción actual). Desde luego, como saben nuestros legisladores y cualquier persona, ninguna ley va a “abolir” la “costumbre”, es decir, la práctica en sí de la prostitución, que es imposible de erradicar por el mero hecho que lo diga ningún precepto jurídico. Y que -aunque la cuestión sea muy debatida- tampoco es necesario erradicar en todos los supuestos, al menos si admitimos que cabe la posibilidad, teórica y real, de que alguien ejerza la prostitución libremente. Enseguida vuelvo a esta idea, pero la primera cuestión que quiero destacar es que es errónea la calificación de este proyecto de ley como de “abolición de la prostitución”, utilizada por todos los medios y en todos los ámbitos políticos. Lo que hará la futura ley, si se aprueba en los términos del proyecto, será simplemente prohibir y castigar más conductas de las que ahora ya están prohibidas. 

            Y ahora sí. Hay que admitir que hay muchos casos de prostitución forzosa, en los que determinadas redes inequívocamente obligan a algunas personas, mayoritariamente mujeres, a prostituirse. Y nadie duda de que hay que luchar con todos los medios para erradicar esta situación. Pero las preguntas son: a) si esta ley conseguirá realmente mejorar la situación de esas personas y, b) por otro lado, si la medida no impedirá también el ejercicio libre de la actividad por mujeres (y también por hombres, en porcentaje no insignificante), que debería ser lícito en cualquier Estado mínimamente liberal. A la primera pregunta no es fácil responder hasta que no veamos los efectos de la ley, pero mi impresión es que, siendo seguro que la práctica no va a desaparecer, lo que puede provocar la ley es que la prostitución se traslade a ámbitos y ambientes todavía peores, en los que la explotación sea más intensa y escape a todo control, salvo que el Estado pueda afirmar estar en condiciones de controlar y erradicar todas esas situaciones, lo que no parece muy probable. Pero me interesa también la segunda pregunta. Hay quienes opinan que, por esencia, la prostitución no puede ser libre, y supone una cosificación e instrumentalización de la mujer; e incluso que ningún acto realizado por precio es realmente libre. Desde luego nuestra libertad nunca es absoluta, y nuestros actos siempre están de algún modo condicionados, pero basta ver que los “sindicatos” del sector vienen protestando airadamente contra la posibilidad de prohibición. Afirmar categóricamente que lo que se hace mediante precio no puede ser libre es abrir una puerta a la prohibición de tantas otras actividades, incluso… el trabajo. La prohibición puede afectar al derecho a elegir libremente profesión u oficio. Creo que se ha optado por la peor alternativa: una ley prohibitiva en lugar de garantista. Una verdadera pena.  


(Fuente de la imagen: https://www.dw.com/es/piden-ley-integral-contra-la-prostitución-en-españa-el-mayor-consumidor-de-europa/a-59589624 )

miércoles, 1 de junio de 2022

Castilla-La Mancha: precisiones


Castilla-La Mancha: precisiones




            Ya que esta semana hemos celebrado el día de Castilla-La Mancha, no está de más hacer algunas precisiones y aclarar alguna cosilla sobre nuestra región. Aunque lo que voy a decir se supone que debería ser conocido sin dudas por todos los castellanomanchegos, no estoy del todo seguro de que así sea; y, por lo demás, esta colaboración tiene lectores de otras comunidades y otros países, que seguramente agradezcan saber algo más de nuestra comunidad. Para empezar, conviene fijarse bien en cómo se escribe el nombre, Castilla-La Mancha, con guion, que tiene su sentido, y todos sus términos con mayúscula inicial. Así que no Castilla La Mancha, ni Castilla la Mancha, ni Castilla-la Mancha, ni Castilla de la Mancha, ni Castilla y La Mancha (la conjunción sí es preceptiva, por contraste, en Castilla y León, enfatizando así que se trata de una unión de dos entidades y antiguos reinos, lo que no sucede en nuestra Comunidad). Con la actual configuración de las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo, nuestra región es relativamente joven, ya que nació como entre preautonómico el 31 de octubre de 1978, y como comunidad autónoma, con la aprobación de su Estatuto el 10 de agosto de 1982, así que este año conmemoramos los cuarenta años de Comunidad, como ya he recordado en alguna columna anterior. Pero el día de Castilla-La Mancha se celebra el 31 de mayo por un evento ligeramente posterior, como es la constitución de las primeras Cortes elegidas directamente por la población de la Comunidad por sufragio universal, lo que tuvo lugar en la iglesia de San Pedro Mártir en ese día del año 1983 (así que acabamos de celebrar 39 años de aquella constitución).

            En cuanto al nombre, como tal era la primera vez que se utilizaba, y se eligió para distinguir la nueva comunidad de la tradicional región de Castilla la Nueva, con la que coincide parcialmente, pero no del todo (porque en Castilla la Nueva estaba Madrid, y sin embargo faltaba Albacete). Pero este nombre compuesto finalmente elegido tiene la peculiaridad de que no coincide con Castilla, que es un territorio más amplio, ni tampoco con La Mancha, que es una tradicional comarca natural, y también fue hace siglos una provincia, aunque en ambas condiciones sus límites son más reducidos que los de nuestra actual región. Así que a los habitantes de Castilla-La Mancha se nos debe denominar castellanomanchegos (o castellano-manchegos, como todavía dice el Estatuto), mejor que castellanos, que sería más impreciso y ambiguo, pues ese calificativo lo compartimos con parte de los que habitan en Castilla y León; y tampoco a todos se nos debe decir manchegos, como se dice con frecuencia, pues eso no es aplicable, entre otros, a los habitantes de la provincia de Guadalajara, ni a amplias zonas de las de Toledo y Cuenca.



(Fuente de las imagenes: https://es.wikipedia.org/wiki/Castilla-La_Mancha y https://es.vikidia.org/wiki/La_Mancha#/media/File:LocationLa_Mancha.png )