Los retos del verano
En verano han comenzado guerras, y
he leído que las vacaciones (o recién finalizadas estas) es el período en el
que se inician más divorcios. En el verano se aprobó la primera reforma de la
Constitución de 1978 en 1992, y en plenas vacaciones se presentó la propuesta
para la segunda reforma en 2011, así que las reformas de nuestro texto
normativo fundamental son escasas pero muy veraniegas. Durante los veranos se
han producido tragedias, accidentes, y noticias de máxima relevancia política y
económica. Y, sin embargo… en este país llega el mes de agosto, y todo se
relativiza. El interés informativo desciende, se ven menos telediarios, se emiten
menos tertulias sobre la actualidad política, se siguen menos los periódicos… Probablemente
el calor o la brisa del mar o de la montaña - destinos preferidos por los
españoles que pueden permitirse escaparse unos días de su ciudad, de su vida
cotidiana y de su trabajo-, provocan un efecto de relajación que ayuda a
desentenderse un poco de los problemas, incluyendo tanto los personales como
los colectivos. Y sin duda ello tiene un efecto benéfico, aunque… los problemas
ahí siguen, los acontecimientos se suceden con la misma intensidad e idéntica
realidad, aunque nos parezcan lejanos o ligeramente desdibujados por una
especie de nebulosa que todo lo envuelve. El mundo sigue girando al mismo
ritmo.
Este mes de agosto del año 2017, por
ejemplo, tenemos delante retos de primera magnitud. En el mundo, siguen las
guerras y la amenaza terrorista. En España, y aunque se acaban casi de aprobar
los presupuestos de 2017, hay que avanzar en la preparación de los del año
2018, con la esperanza de que esta vez puedan estar aprobados antes del inicio
del año. Y, sobre todo, la amenaza rupturista que se ha venido planteando desde
las instituciones de Cataluña, avanza sin perder ni un día hacia un falso
referéndum que, lejos de representar una expresión de democracia, supone un
claro quebrantamiento de la Constitución y de la ley, y por tanto de los
principios del Estado de Derecho y de la propia democracia, ya que no hay
democracia sin procedimiento, y de hecho los procedimientos para la expresión
de la voluntad popular son los que vienen establecidos en la Constitución, obra
del pueblo soberano que representa el pacto de toda una sociedad, que solo de
común acuerdo se puede resolver. La democracia significa precisamente que la
soberanía reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado
(artículo 1.2 de la Constitución). Ningún Estado del mundo permitiría una
ruptura o quebrantamiento ilegal de su Constitución de tal evidencia y
gravedad, ni siquiera si esa ruptura procede de instituciones legítimas, ya que
estas, como todo poder constituido, son legítimas precisamente porque derivan
de esa misma Constitución. En fin, en Castilla-La Mancha tampoco parece que
vayamos a tener un verano sin noticias, toda vez que está por formarse el
primer gobierno de coalición PSOE-Podemos de toda España, y aún no tenemos
aprobados los presupuestos del presente año. Así que, aunque estaría bien que
afrontásemos los problemas (siempre) con la tranquilidad y serenidad que suele
dar el verano, tampoco se resuelve nada por dejarlos de lado. Normalmente,
cuando hacemos eso, no solo no desaparecen, sino que suelen seguir ahí, e
incluso a acrecentarse. De todos modos, y como cada año, esta columna seguirá
fiel a sus lectores durante el mes de agosto, para hablar de lo más
trascendente y de lo más baladí, porque además la frontera entre esas
calificaciones es siempre relativa…
(Fuente de las imágenes: https://noticias.eltiempo.es/cuando-empieza-el-verano-2017/ y http://www.elconfidencial.com/espana/cataluna/2017-07-01/puigdemont-a-los-alcaldes-independentistas_1408216/)
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