Cantábrico. Los dominios del oso pardo
Estamos acostumbrados a ver
documentales de naturaleza cada vez más impresionantes, con mayor perfección
técnica y despliegue de medios, con más calidad y, en suma, más espectaculares.
Pero eso no siempre puede afirmarse respecto a la fauna y la naturaleza
ibérica. Por las razones que sean, no son demasiados los que se dedican a un
género que, especialmente si se enfoca a su exhibición en salas de cine, no
parece demasiado rentable. Hay que reconocerlo, muchos de los que nos criamos
viendo los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente hemos pensado durante
años que aquello era insuperable, sobre todo en relación con los limitados
medios de la época. Y no es muy habitual que nos desplacemos a una sala de cine
para ver un documental, menos aún cuando, por motivos que no acabo de entender,
este se proyecta exclusivamente en sesión de sobremesa. En todo caso, no dudé
en ir a ver el último documental para cines de Joaquín Gutiérrez Acha, que
todavía se proyecta en algunas salas, con el título que encabeza este
comentario. Tenía bastantes motivos para hacerlo. Primero, y como bien saben
mis lectores más asiduos, soy un enamorado del Cantábrico y de las tierras que
baña, que nos ofrecen clima envidiable, gastronomía de primer nivel, patrimonio
histórico y cultural único y, desde luego, una naturaleza espectacular. En
segundo lugar, había leído algún reportaje previo sobre este documental, su
calidad y rigor, y el gran trabajo que había implicado. Y, en tercer lugar, es
el segundo documental de una trilogía que piensa llevar a cabo su director, y
que vino precedido por “Guadalquivir” (que sinceramente no había visto, pero
desde luego lo haré a la primera oportunidad).
Así que las expectativas eran muy
elevadas, pero desde luego “Cantábrico” las colmó ampliamente. Está rodado con
magnífica calidad y esmero. Es obvio que lleva detrás un impresionante equipo
humano y tecnológico, y muchísimas horas de trabajo paciente. Solo así se nos
pueden ofrecer imágenes espectaculares, algunas de ellas nunca antes vistas. No
desvelo ningún secreto, porque no es lo mismo contarlo que verlo: una manada de
lobos caza a un ciervo, una víbora da a luz en una cueva, los urogallos (especie
que lamentablemente parece condenada a su extinción) cantan y se pavonean antes
de aparearse, los salmones remontan los ríos cantábricos antes de desovar o,
por supuesto, contemplamos aspectos íntimos de la vida de los osos pardos. Pero
además encontramos espectaculares escenas macro, como las de las hormigas que
crían la larva de una mariposa, el nacimiento de la propia mariposa, o flores
carnívoras comiendo insectos. Y un largo etcétera. La película usa con maestría
tanto el “time lapse” como la cámara lenta, posibilitando al espectador la
visión diferente de las escenas. Con todos estos recursos, se nos va mostrando
la evolución de la fauna y flora cantábrica a lo largo de las cuatro estaciones.
No sabría cómo resumirlo. Nos permite ver aquello que en realidad tenemos al
lado (basta apartarse ligeramente de la vida urbana y salir a la naturaleza) pero
en lo que pocas veces reparamos. Nos ayuda a valorar nuestra inmensa riqueza
natural, tantas veces ignorada o minusvalorada al lado de nuestro -también
incuestionable- patrimonio histórico-artístico. Es un espectáculo de principio
a fin. Un canto sublime a la vida que fluye y siempre se abre camino. Un poema
a la belleza de nuestra naturaleza cantábrica. Una llamada a sentirnos parte de
esa naturaleza.
(Fuente de la imagen: http://www.fotogramas.es/Peliculas/Cantabrico.-Los-dominios-del-oso-pardo )
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