García
de Enterría
Se nos acaba de ir quien ha sido uno de
los mejores juristas españoles: el
cántabro Eduardo García de Enterría. En Derecho Administrativo, lo ha
sido todo en las últimas décadas: la gran mayoría de los administrativistas
actuales se inscriben en su “escuela”, y su vasta producción académica abarca
los más variados aspectos de esta disciplina (incluyendo un manual que
cualquier jurista conoce, escrito junto al profesor Tomás Ramón Fernández),
aunque probablemente el “hilo conductor” o fundamento último de su obra esté en
las consecuencias del Estado de Derecho y del principio de legalidad para la
Administración. Pero la obra de Eduardo García de Enterría trasciende
claramente el ámbito jurídico-administrativo, constituyendo una referencia
insoslayable también en el Derecho Constitucional. Como ha dicho recientemente
el propio Tomás Ramón Fernández, aunque García de Enterría no redactase ninguno
de los artículos de nuestra Constitución, muchos de ellos son tributarios de
las ideas y doctrinas que él propugnó. Desde esta perspectiva, contribuyó
decisivamente a que toda una generación de juristas entendiéramos las
consecuencias profundas del valor normativo de la Constitución. Es conocido el
muy interesante debate doctrinal que mantuvo al respecto con Pablo Lucas Verdú:
al artículo de este autor titulado “El Derecho Constitucional como Derecho
Administrativo” contestó Enterría con otro cuyo significativo título decía “El
Derecho Constitucional como Derecho”. En todo caso, su mejor referencia para
explicar el significado jurídico de la Constitución y de la Justicia
Constitucional (y al tiempo para “traer” a España la doctrina y jurisprudencia
norteamericana, entonces casi desconocida) sigue siendo el excelente libro “La
Constitución como norma y el Tribunal Constitucional”. Por lo demás, hay que
destacar su muy merecida condición de Académico de la Lengua, orgullo para
todos los juristas.
Tuve la oportunidad de estudiar
Derecho Administrativo con el magnífico manual de García de Enterría y Tomás
Ramón Fernández, y aunque estas cosas no siempre se valoran en toda su
dimensión cuando uno es estudiante, años después sigo recurriendo al mismo
(obviamente, en ediciones más actualizadas que he ido adquiriendo) para
aproximarme al análisis de muchos asuntos jurídicos. Por lo demás, considero el
libro antes mencionado sobre la Constitución como norma como uno de los que más
me han ayudado a aprender Derecho Constitucional y más han contribuido a mi
“afición-pasión” por este sector de la Ciencia Jurídica. Luego conocí al
maestro en un curso en Santander. He leído muchos otros libros suyos, sin
olvidar algunos ajenos al ámbito jurídico, como puede ser un precioso libro
sobre la Liébana, esa comarca de la que él procedía y que a mí me encanta.
Siempre que puedo voy a Potes, ese hermoso lugar en el que el insigne jurista
será enterrado.
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