miércoles, 11 de marzo de 2020

Que no panda el único

Que no panda el cúnico



            Utilizo hoy como título esta expresión del siempre añorado Miliki, aunque también podría haber escrito esta del personaje que encarna Fernando Tejero en esa serie tan popular: “un poquito de por favor”. En realidad, lo que quiero decir es que, a pesar de mi espíritu marcadamente liberal, tengo tendencia a creer y confiar en lo que me dicen las instituciones más o menos responsables. Debo admitir que esa confianza no se basa, ahora ni casi nunca, en la credibilidad de los responsables políticos, sino más bien en la de los técnicos y expertos. Así, que quien nos informa habitualmente sobre el coronavirus sea la misma persona de voz ronca que lo hacía en crisis anteriores, como la del ébola, y que hace su trabajo con gobiernos de distinto signo, sí tiende a tranquilizarme. Es verdad que, en este caso, comprendo y comparto con muchos de mis paisanos esa inquietud del que ve un poco “raro” que se diga que la enfermedad tiene menor gravedad que una gripe, y que paralelamente se adopten medidas que jamás se han tomado frente a esa gripe común, como cerrar colegios y universidades, prohibir concentraciones, cancelar congresos y fiestas, o incluso en algunos países cierres y bloqueos de zonas enteras. Esto me recuerda a cuando hace algunos meses, periodistas con casco nos contaban que en las manifestaciones de Barcelona “todo estaba tranquilo”… Pero en fin, si nos paramos a reflexionar, cabe entender que, a pesar de que el coronavirus como enfermedad no revista en general una gravedad muy intensa, la ausencia de vacunas y la posibilidad de contagios masivos pueden provocar un cierto colapso de los servicios sanitarios, que es lo que se trata de evitar. 

            Dicho esto, cabe apuntar que el sentido común podría ser nuestra mejor guía. Prudencia, atención a la información, y adopción de medidas preventivas, serán las mejores guías de actuación. Pero de ahí a caer en el pánico irracional media un abismo. Estos días alguien recordaba en las redes esa leyenda toledana, en la que el ángel que aparece representado en nuestra puerta de Bisagra dejaba entrar a la peste en Toledo, porque Dios la había autorizado a llevarse a 7 personas. Cuando salía la peste había 7000 muertos, y el ángel recriminó a la peste haber incumplido; pero la peste contestó: “yo solo me llevé a 7, a los demás se los llevó el terror”… En efecto, no hay justificación para ese pánico irracional. Me refiero, por ejemplo, a la noticia que hoy publica La Tribuna de que ayer muchos supermercados se quedaron desabastecidos, particularmente de fruta y papel higiénico. Que es para hacérselo ver, porque si yo creo que tengo que encerrarme durante un tiempo en casa, aprovisionarme de los alimentos más perecederos no parece la medida más inteligente… Pero bueno, se ve que algunos han pensado que del atracón de fruta que se van a dar tendrán que afrontar la correspondiente diarrea. En fin, queridos lectores y paisanos: prudencia, responsabilidad, pero también tranquilidad. Y sobre todo, sentido común.  

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