miércoles, 14 de octubre de 2015

Toledo, capital gastronómica

Toledo, capital gastronómica


            La reciente noticia de la designación de la ciudad de Toledo como capital gastronómica de España en 2016 es excelente para todos los toledanos y amantes de la ciudad. Alrededor de la misma creo que hay tres ideas que no deberíamos perder de vista: 1) que hay méritos para ello, y hay que felicitar a los que más han hecho por conseguirlo; 2) que será positivo para la ciudad, pero hay que trabajar para que lo sea al máximo; y 3) que es una oportunidad para lograr avances que deben permanecer en el futuro. Las desarrollaré brevemente. En primer lugar, hay que reconocer que Toledo tenía tradicionalmente algunas carencias en materia de cultura gastronómica, pero en los últimos años se había avanzado de forma notoria. Así, por ejemplo, había mucha menos costumbre de acompañar el consumo de una tapa, que en otras ciudades. Pero poco a poco, la tapa (incluso la que se pone como cortesía con un refresco o cerveza) se ha ido generalizando, y la celebración de las sucesivas jornadas de la tapa en los últimos años ha tenido que ver bastante con ello. También muchos restaurantes han ido mejorando en calidad, capacidad de innovación, y relación calidad-precio. Por lo demás, creo que ahora siempre la gastronomía castellano-manchega, y específicamente la toledana, tiene variedad y calidad suficiente como para acreditar este reconocimiento. Y digo esto, aunque reconozco no serle demasiado aficionado a la perdiz, acaso un elemento emblemático de nuestra gastronomía; pero obviamente reconozco que es de calidad, y además ha de compartir protagonismo con una inmensa calidad de platos, entre los que, en muestra ejemplificativa, he de decir que me encantan todos los de caza (venado y jabalí a la cabeza), y cómo no, el cocido castellano, las migas, los duelos y quebrantos ya citados en el Quijote… sin olvidarme del mazapán, que es acaso la sublimación del dulce, y desde luego de nuestros excelentes caldos para acompañar todo eso.

            Y aunque solo de escribir eso se me está abriendo ya el apetito, he de comentar los otros dos aspectos antes apuntados. Era el segundo el relativo a que, siendo incuestionable el efecto positivo de la mera declaración, que sin duda incrementará el número de visitantes, ahora todos los ciudadanos, pero especialmente los dedicados a la restauración y hostelería, con el apoyo de las autoridades, tienen que poner de su parte para que el beneficio sea el mayor posible. Posiblemente vendrá más gente, pero hay que conseguir que quienes nos visiten vean satisfechas, y si es posible superadas, sus expectativas. Conviene mejorar en aspectos como la relación calidad-precio (por ejemplo, siempre he tenido la sensación de que en el caso histórico hay un “salto” entre los muchos menús básicos o turísticos de 12-15 euros, y los más excelentes y caros, en torno a los 40-50 o más, encontrándose pocas ofertas en un nivel medio), y sobre todo, por lo que muchos visitantes dicen y los paisanos podemos comprobar, en atención al cliente. Hay que dar el salto definitivo de calidad. Y en tercer lugar, hay que lograr que dicho salto no sea flor de un día (o en este caso, de un año). Pasados los “grandes fastos”, debería quedar un efecto permanente en la ciudad. Además, conviene completar la oferta gastronómica, y la cultural ya existente, con nuevas alternativas y posibilidades, que hagan que la ciudad sea una referencia permanente.  Estamos a tiempo de todo ello.



(fuente de la imagen: http://www.abc.es/toledo/ciudad/20151005/abci-ciudades-patrimonio-respaldan-toledo-201510052100.html)

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