La
magia del instante de luz
Ahora que la inteligencia artificial
es capaz de escribir un libro o de crear cualquier imagen de apariencia más o
menos real o de pura imaginación, surgen los debates sobre muchas cuestiones
que nos hacen dudar de las fronteras de lo humano. En fotografía, la aplicación
de técnicas de inteligencia artificial nos hace dudar de a partir de qué punto
deberíamos dejar de llamar fotografía a una concreta creación. El problema no
es solo la cuestión de la autoría (a partir de cierto momento el ser humano
deja de ser protagonista en la creación y ejecución de ciertas creaciones),
sino sobre todo un principio físico que es definitorio de la fotografía: y es
que esta es la plasmación gráfica de un momento de luz. Esta luz puede
plasmarse en un carrete o en un sensor, y luego ser representada en papel o en
un archivo visible en dispositivos digitales, pero el principio debe ser
siempre el mismo.
Y
este principio simple, presente desde los daguerrotipos a las actuales cámaras “sin
espejo”, convierte a la fotografía en una manifestación única de la creación
humana. Es, desde luego, ciencia o tecnología, sin la cual no sería posible; es
también un arte único, relacionado con la pintura en lo relativo a composición,
o con el vídeo o el cine en lo que atañe a la plasmación de imágenes, pero
siempre exclusivo e inconfundible, precisamente porque es el único que consiste
en la plasmación de un momento de luz en una imagen. El momento puede ser
estrictamente un instante, por ejemplo la octava parte de una milésima de
segundo para captar cada una de las gotas de un torrente de agua mientras cae,
o el efímero lapso de tiempo en el que un ave toca el agua cuando desciende
vertiginosamente desde un árbol para pescar; pero también puede ser un lapso de
horas en una fotografía circumpolar, que “congela” en una sola imagen lo
sucedido durante todo ese tiempo; o incluso días en determinadas
astrofotografías. Y ese momento, por definición efímero e irrepetible, pasa
gracias al prodigio de la fotografía a ser eterno, lo que nos permite de alguna
manera volver a nuestra infancia o juventud, o incluso disfrutar de la
presencia de nuestros familiares y seres queridos que ya no nos acompañan
físicamente, pero lo siguen haciendo no solo en espíritu, sino también a través
de aquella imagen que hace años captó su presencia y nos la devuelve todos los
días desde un portarretratos…De alguna manera la fotografía es así una “máquina
del tiempo” que nos permite volver al pasado, que en realidad nos devuelve, por
definición, a un momento pasado, más o menos largo, pero que se plasma en una
única imagen. El ser humano aprovecha así la tecnología para hacer una creación
propia, personal y única, en parte ciencia, en parte arte, pero sobre todo
magia.
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