jueves, 9 de abril de 2020

A dónde irán los besos

A dónde irán los besos


       
  Lamentablemente, vivimos una situación tan trágica que, en cierto sentido, resulta un tanto ridículo que todos los que tenemos vida y salud nos quejemos del confinamiento en el hogar, mientras algunos se dejan la piel cada día, otros ven amenazada gravemente su salud, y vemos irse en soledad a centenares de compatriotas cada día. No nos podemos quejar, y espero que esto se entienda solo en sentido figurado… Yo, la verdad, no sé si veo muy oportuno ese “Resistiré” un tanto pretencioso que escuchamos todas las tardes como fondo de nuestros aplausos, y que no parece estar dedicado a los profesionales de la sanidad, sino más bien a nosotros mismos por demostrar el enorme valor de “quedarnos en casa”. Si pudiera elegir, me quedaría con aquella letra de Víctor Manuel que decía “no soy un héroe, lo sé, es fácil como pueden ver…”. Pero bueno, yo no soy el que pone la música a las 20:00 horas en mi urbanización, y si lo fuera correría el riesgo de llevarme yo la cacerolada ese día, y sin esperar siquiera a las 21:00. 

            Dicho lo anterior, es imposible negar que a veces… sueño, dormido o despierto, que estoy en otro lugar, acaso remoto y exótico, o “simplemente” entre el mar y la montaña en mi querida Asturias. A veces me despierto y, aunque sea por un breve instante, me parece que toda esta horrible realidad es un sueño, y que no estamos confinados, y que puedo salir normalmente a dar un paseo o a hacer bicicleta o el camino de Santiago. Pero también, y lo digo con sinceridad, he soñado que saludo a amigos y amigas con abrazos y besos. Por ejemplo, esos saludos mexicanos de apretón de manos, palmada seca en la espalda y nuevo apretón de manos. Esos abrazos y besos de familiares y amigos. Incluso, a decir verdad, añoro el darle la mano a alguien por compromiso y sin ningún entusiasmo. Compruebo ahora que incluso ese contacto es parte esencial de nuestras vidas. Cómo no añorar, mucho más, el beso a mis hermanos o, por supuesto, ese beso a mi madre, ahora que cada vez que voy un rato a cuidarla he de recordarle por qué no se lo puedo dar… Y entonces me viene a la mente esa pregunta de otra preciosa canción de Víctor Manuel: “¿A dónde irán los besos que guardamos, que no damos? ¿Dónde se va ese abrazo, si no llegas nunca a darlo?”. Siempre me he considerado frío y austero en el trato, en cuanto a esas expresiones de efusividad. Claro que todo es relativo, y el carácter castellano será distante al lado del caribeño, pero quizá efusivo al lado del nórdico. El caso es que a veces, más que el ir y venir de un lugar a otro, lo que echo de menos es ese contacto que de alguna manera nos acerca y nos une a todos los seres humanos, nos iguala y nos permite expresarlo todo sin decir nada.

(Fuente de la imagen: http://joya937.mx/blogs/medicos-recomiendan-menos-whatsapp-y-mas-abrazos.html)

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