Cien años de la Constitución de México
No hay en el
mundo demasiadas constituciones vigentes que superen el siglo de existencia.
Por eso merece la pena destacar que se cumplen en estas fechas cien años de la Constitución
de México. Este importante texto constitucional ha sido objeto de varios
centenares de reformas (probablemente, la medida idónea de la reforma
constitucional se encuentre en un término medio entre la sobre abundancia
mexicana, y la escasez española…). Pero a pesar de ello, el sistema mexicano
sigue básicamente fiel a su esencia: federalismo, modelo presidencialista con
separación rígida de poderes e imposibilidad de reelección, laicidad del
Estado, reconocimiento de los derechos fundamentales. Por eso podemos
identificar la misma Constitución y las mismas bases del sistema, aunque en
algunos aspectos, como por ejemplo en el ámbito de los derechos, las reformas
han sido profundas, pasando de una enumeración de “garantías” a auténticos
derechos fundamentales, y otorgando desde 2011 a los tratados en la materia el
mismo rango que a la propia Constitución, lo que es una solución bastante
avanzada. No se puede ignorar, en todo caso, que a pesar de algunos aspectos
bastante avanzados, al menos sobre el papel, México ha tenido y tiene todavía
hoy problemas políticos y sociales de importancia, que ponen de manifiesto (lo
que es común a otros Estados) la necesidad de fortalecer la democracia y la
separación de poderes; problemas frente a los cuales el derecho no siempre
puede aportar soluciones, o al menos no todas las soluciones. Los propios
estudiosos y juristas mexicanos han analizado abundantemente estos problemas.
Yo prefiero destacar, en estas fechas, los motivos para celebrar este
centenario, que también son muy significativos. Desde luego, la Constitución de
Querétaro supuso un avance importante para implantar un Estado de Derecho, de
manera que ha sido, y debe seguir siendo, con las reformas que procedan, el
pilar esencial sobre el que han de asentarse estos principios en el sistema
mexicano. Es una Constitución viva, actual y en algunos aspectos más joven y
avanzada de lo que sugiere su centenaria edad. Pero por encima de ello, todos
los interesados en el Derecho Constitucional hemos de destacar la trascendental
aportación del texto de 1917 al constitucionalismo occidental. El amparo, un
proceso que hoy se extiende por todo el mundo, es una aportación mexicana al
constitucionalismo, que había nacido en el siglo XIX, pero alcanzará su madurez
y mayor difusión a partir de este texto. Y sobre todo, la Constitución de
Querétaro puede presumir con justicia de ser la primera Constitución del mundo
en reconocer con propiedad derechos sociales, anticipándose a la próxima
Constitución de Weimar, y sentando un precedente para la Constitución española
de 1931, que fue también una de las más avanzadas en ese terreno. En 1917, el
modelo de Estado liberal había entrado en franca crisis por las desigualdades
que generaba. Y gracias a esos principios del constitucionalismo social, dicho
Estado liberal fue capaz de alzarse y “reconvertirse” en un Estado social y
democrático de Derecho, frente a las falsas alternativas totalitarias de la
época de entreguerras: el fascismo, el nazismo y el comunismo. Más de una
enseñanza deberíamos extraer de esa situación, pues hoy vivimos otro momento
crítico, en el que la casi recién estrenada globalización nos muestra ya sus
más insalvables contradicciones y déficits, y aparecen soluciones populistas y
rupturistas de las que hay que huir, para llevar a cabo una verdadera
regeneración que logre humanizar ese proceso imparable.
(Fuente de la imagen: http://museoregqro.blogspot.com.es/2014/02/97-aniversario-de-la-promulgacion-de-la.html )
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