Los magos de oriente
¿Existen los
reyes magos? ¿Existieron en algún momento? Es poco lo que sabemos con certeza
de estos personajes. Son mencionados en el Evangelio de Mateo, pero en ningún
lugar se dice que fueran tres, ni mucho menos que sus nombres fueran Melchor,
Gaspar y Baltasar. Sí se especifica que eran “magos” (si bien aquí esta palabra
tiene un sentido más próximo al de “sabios”), que venían de oriente, y llegaron
hasta Jesús siguiendo una estrella, y también se señala que le regalaron oro,
incienso, y mirra. Mantuvieron una primera entrevista con Herodes, que les
pidió toda la información sobre el hallazgo que buscaban, pero advertidos en sueños,
regresaron por otro camino. Prácticamente esa es la única información bíblica sobre
estos personajes históricos, cuyas reliquias se encuentran desde hace siglos en
la catedral de Colonia. Luego, en siglos posteriores se va desarrollando la
tradición, y en algunos textos y representaciones aparecen sus nombres y los demás
detalles que conocemos. Josep Ratzinger, el Papa Benedicto XVI, escribió sobre
el tema en su libro “La infancia de Jesús”, explicando cómo la tradición
cristiana fue completando el relato de Mateo a la luz de otros textos bíblicos,
según alguno de los cuales (Isaías, 60 y el Salmo 72,10) pudieron proceder de
los confines occidentales del mundo conocido, en concreto de Tartessos. Esto
generó hace años grandes sorpresas y alguna polémica, e incluso algún medio tituló
abiertamente, de forma bastante trivial: “Los Reyes Magos eran andaluces”. Eso
no fue afirmado por Ratzinger, que se limitó a comentar textos que hacen
referencia a la procedencia de los magos, añadiendo que más tarde la tradición
desarrolló esa idea entendiendo que eran reyes procedentes de los tres
continentes entonces conocidos: Europa, Asia y África.
En todo caso, más allá de deslindar
lo que forma parte de la historia y lo que ha sido creado por la tradición, lo
más importante es el mensaje que nos transmiten estos personajes. En el
cristianismo simbolizan la epifanía de Jesús, es decir, su manifestación a
todas las personas y culturas, y están en la base del carácter evangelizador de
la mayoría de las religiones cristianas. El mensaje de Jesús no era solo para
el pueblo de Israel, sino para todos. Según la tradición, aparecen en la
madrugada de cada 6 de enero para entregar a los niños regalos que estos les
han pedido previamente en sus cartas, y de esta manera expresan (de forma
similar a lo que hace San Nicolás y sus derivaciones, Santa Claus y Papá Noel
en otras latitudes) los dones que podemos recibir de la divinidad, si los
pedimos con fe. Hoy, en nuestro ámbito, aun para quienes carecen de las
creencias religiosas propias del cristianismo, los reyes, en dura competencia con
Papá Noel, suelen manifestarse en una noche como la del día en que escribo
estas líneas, siendo así todo un símbolo de la magia de estos días, siempre
especiales en nuestra cultura. Algunos narran años más tarde que experimentaron
situaciones próximas al trauma infantil cuando se enteraron de la realidad. No
sé, quizá hay niños muy sensibles, padres muy torpes, o explicaciones muy poco
oportunas. Yo, que por supuesto creía en los Reyes Magos cuando aparecían con
sus regalos (aunque no siempre los pedidos por mí) en aquellas noches de mi
infancia, he seguido creyendo igualmente mientras mis hijos eran niños, y hoy
vivo junto a ellos la misma ilusión de esta noche, en la que esperamos que los
magos de oriente nos ayuden a encontrar y seguir la Luz en esta vida. Felices
Reyes a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario