Telediarios
La consideración de lo que es noticioso es siempre subjetiva, y por tanto
cuestionable. Cada medio puede tener sus propios criterios para seleccionar
noticias, y evidentemente la propia decisión de descartar algunas
informaciones, elegir otras, así como la importancia que se dé a las elegidas,
no es en absoluto neutra. Vivimos en la era de la globalización, en la que la
accesibilidad a los medios para emitir y recibir información es inmensa,
convirtiendo casi a cada persona en un medio de comunicación. Pero precisamente
por ello, la responsabilidad de los profesionales debe ser mayor, al igual que
su compromiso con la veracidad y el rigor informativo. Aun así, en los medios
privados el margen de decisión es mayor, sin perjuicio del deber de actuar con
responsabilidad; pero en los medios públicos los criterios para la selección de
la información han de ser más estrictos, más comprometidos con el concepto de
servicio público, menos dependientes de la demanda y más preocupados de la
formación de una opinión informada, responsable y crítica. Y, desde luego,
totalmente desvinculados de toda orientación política, algo que sin embargo los
medios privados pueden tener.
Pero creo que muchas veces la programación de los medios públicos no
responde a esta idea. Y particularmente, una emisora de televisión como La
Primera de TVE parece bastante alejada de ella. Su programación se elige la
mayor parte de las veces con criterios comerciales, lo cual, si tenemos en
cuenta que en principio no utiliza la publicidad, no deja de ser una
competencia desleal que además pagamos entre todos. La 2, en cambio, puede
aproximarse más a lo que se espera de una televisión pública. Pero quiero
centrarme especialmente en los telediarios de La Primera, y me voy a referir
sobre todo a la cuestión del tipo de noticias y la importancia que se da a cada
una de ellas. Tras las obligadas informaciones políticas, llega un batiburrillo
de noticias pretendidamente sociales, culturales y deportivas, en las que en
realidad pocas veces se aprecia el interés público (que como ya he sugerido, no
es lo mismo que lo que demanda el público, porque aquí todo el mundo dice que
le gustan mucho los documentales, pero lo más visto es casi siempre la
telebasura). Ahí ocupa un gran protagonismo el fútbol, en particular si a
Cristiano le duele un dedo, o Messi se ha ido de vacaciones, o cualquier
entrenador ha hecho cualquier comentario intrascendente, nuestra televisión
pública (al igual que muchas privadas) lo glosa con pelos y señales. Luego
viene lo aproximadamente cultural, casi siempre circunscrito a conciertos de
música o estrenos de cine, que no digo yo que eso no sea cultura, pero no creo
que lo sea más que eventos académicos relevantes sobre historia, humanidades,
ciencia o tecnología, que casi nunca merecen mención, salvo que acudan los
reyes a inaugurarlos (y a veces ni eso). A continuación entra un anecdotario de
curiosidades, que pocas veces tienen verdadera trascendencia. Luego casi
siempre las cámaras salen a la calle a preguntar a los ciudadanos sobre las
cuestiones más baladíes, y nunca se olvidan de contarnos con todo lujo de
detalles e imágenes demostrativas si hace frío en invierno, o calor en verano.
Pero peor que todo esto es la publicidad encubierta de los propios productos
mediáticos de Televisión Española, que resulta escandalosa por lo exagerada.
Cada vez que se estrena una serie, los telediarios informan durante semanas, y
el reencuentro de los primeros “triunfitos” ocupó porcentajes absolutamente inadmisibles en un
informativo que debiera estar regido por el criterio del servicio público. Hay
que revisar eso a fondo.
(fuente de la imagen: http://www.estrelladigital.es/articulo/television/telediario-tve-traspapelan-papeles-panama/20160406103620279414.html)
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