jueves, 6 de marzo de 2014

Remedios para la soledad ("Her")

Remedios para la soledad (“Her”)

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  A mediados de la segunda década del siglo XXI, podría decirse que somos muchas las personas que mantenemos “relaciones de amor y odio” con las nuevas tecnologías. Yo, que estoy firmemente convencido de que internet y otras nuevas formas tecnológicas de transmitir información y de comunicarse son un claro avance que han venido a facilitarnos la vida, sé también que tienen la misma doble vertiente que han tenido todos los avances tecnológicos, desde los primeros cuchillos o las puntas de lanza de piedra. Desde luego, la facilidad en la comunicación que ofrecen es un avance colosal, pero también es muy notorio el riesgo de que este nuevo mundo virtual que se abre ante nuestros sentidos no se limite a completar o mejorar nuestra vida real, sino que la sustituya por completo. La tentación en este sentido es sin duda fuerte, más que nada por la enorme comodidad que parecen ofrecernos estas tecnologías. Podemos comprar sin movernos del asiento, podemos tener “amigos virtuales” a los que imaginamos siempre dispuestos a escuchar o leer nuestras preocupaciones y nuestras tonterías más íntimas, y a quienes llegado el caso podemos ignorar o simplemente consolar con unas pocas palabras escritas en su muro. Podemos, en fin, amar sin comprometernos, superar –al menos en apariencia- la terrible sensación de la soledad encontrando siempre a alguien que nos escuche y acompañe en nuestras tribulaciones.  
   
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   El cine ya había explorado las ventajas y los riesgos de caer en esa tentación de sustituir la vida real por la virtual. Desde la muy exitosa “Matrix” (con sus secuelas que fueron decayendo en interés) hasta “Los sustitutos”, sin olvidar, aunque en contextos muy diferentes, películas como “Avatar” o “La Red”. Estamos, pues, ante un tema novedoso en el que sin embargo no es tan fácil innovar. Creo que la película “Her” lo consigue. Por un lado, porque es una verdadera historia de amor entre un ser humano y una “máquina virtual”, por expresarlo de algún modo; y, no obstante, lejos de resultar algo increíble o insólito, parece cotidiano y totalmente normal (nadie se sorprende demasiado y la relación pasa por las habituales fases de cualquier relación amorosa). Pero por otro lado, porque, a diferencia de las otras películas mencionadas, no se trata a mi juicio de una película de ciencia ficción (a pesar de que con frecuencia se la está catalogando en este género), sino más bien de un diagnóstico o una interpretación de nuestro presente. “Her” está situada en un futuro tan inmediato que supone simplemente una mínima vuelta de tuerca sobre lo que hoy ya estamos viviendo, y por eso mismo pone sobre la mesa muchas de nuestras paradojas. Nos implicamos, compartimos nuestra intimidad y hasta hay quien cree amar a “perfiles virtuales” de cuya “existencia real” poco conocemos e incluso podríamos dudar, y sin embargo no nos importa gran cosa la vida de personas con las que convivimos físicamente a diario. Quizá pensamos que así hemos encontrado una forma más cómoda y segura de paliar nuestra soledad. 

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